Sin Gobierno no estamos nada mal

Treinta días nos quedan todavía sin gobierno, si es que Pedro Sánchez consigue conformar una mayoría que le allane la investidura y el PP -¿o debería llamarse ya de otra manera?- y Podemos no le ‘zascan’ una quita a su optimista calendario. ¡Pero, hombre!, dejémosle un mes, o dos si le hacen falta, que sin gobierno no estamos nada mal.

Los belgas pasaron 541 días sin Ejecutivo, un record Guinness que consiguió

el socialdemócrata Elio di Rupo, que tomaría posesión como primer ministro digo yo que exhausto de tanta espera. En 2011 Bélgica logró una plusmarca mundial mientras Le Plat Pays del Jacques Brel de mis amores  estuvo supuestamente paralizado un año y medio y supuestamente sometido a la inestabilidad y el caos. Pues no: en realidad a Bélgica le fue mejor que nunca, la economía siguió adelante, la sociedad civil se portó, y el crecimiento, la creación de empleo y las cuentas de la hacienda pública mejoraron por encima de la media europea.

La política o la economía son lo que un distinguido semiótico español, Gonzalo Abril, definía como ‘zonas blandas’, y como tales no se someten a la regla de los números exactos. De momento parece que en España no nos han sobrevenido las siete plagas financieras que nos auguran tanto algunos políticos y CEO’s patrios como la Comisión Europea, que francamente vaticinando el futuro tiene menos predicamento que Nostradamus.

En primer lugar, en una país medianamente descentralizado como España, los gobiernos autonómicos siguen tomando decisiones presupuestarias y legislativas, en algunos casos con competencias suficientes como para no necesitar el dale que dale del gobierno central. Gobierno que ‘ni acuña ya moneda ni puede declarar la guerra o la paz’, sinécdoque de gobernar realmente y firmar acuerdos internacionales y eso, cosas estas típicas de los estados modernos con cierto papel internacional, pero ya no de la España postmoderna, por no decir inane ante los vaivenes del mercado y la política global.

En segundo lugar, no nos viene mal que no legislen en una temporada, porque se nos sales la leyes por las orejas, oiga. Somos un país de totalitarismo legal …atemperado por el incumplimiento, eso sí. Francamente, para qué queremos que cada añito, como si fueran las rebajas que llegan inexorablemente, nos publiquen en el BOE nuevas leyes sobre educación, IRPF, IVA, memoria histórica.. leyes que duran tan poco que ni los letrados se las saben y tienen que tirar del copy&paste, los pobres.

Por otro lado, ya tenemos unos presupuestos en vigor, que fijan lo justo y que Rajoy se emperró en aprobar antes de las elecciones del 20D, por lo que ya no hay cómo despilfarrar en créditos ni actuaciones en infraestructuras y proyectos mastodónticos, gracias al cielo, porque tenemos España llena de esqueletos de cemento y ferralla.

Y entones, qué puede hacer el legislativo&ejecutivo en funciones?… pues regalarnos este vodevil mediático que nos tiene en embeleco. Que si la Bescansa se lleva al bebé a todas partes, que si el pelos-rasta se duerme en un avión y se le cae la moquita, que si Ciudadanos da más bandazos que el piloto de un Tupolev ahíto de vodka, que si Podemos  ya no sabe ni dónde sentarse, pero en cualquier caso no donde le dice la mesa del congreso; que si Rajoy dice que aquí ya no se pasa ni una mientras Benavente se lía otro porro hare-hare krishna-Krishna y recuerda que va a seguir soltando mierda urbi et orbe… En fin que nos falta una Cicciolina enseñando teta en el hemiciclo y alguna nieta o así de Queipo del Llano, para que cada vez nos parezcamos más a Italia, que ha sabido convertir su política en un circo romano que da gusto verlo.

Ya que nos desgobiernan, o que no nos gobiernan, por lo menos que nos entretengan.

Artículo de colaboración de Fina Godoy – Periodista

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