Enrique Arias Vega, colaborador en Valencia News. Más fácil protestar que hacer

¿Son malos los ricos?

Muchos quisieran acabar con los ricos para que todos seamos igual de condenadamente pobres. Algunos ya lo intentaron en la URSS y otros países y aún nos acordamos de su éxito totalitario.

En lo personal, no tengo nada contra los ricos salvo envidia. A mí lo que me gustaría es que todos fuésemos como ellos. Lo malo no es tener dinero, sino cómo se adquiere y, sobre todo, cómo se usa.

Durante siglos, los ricos han solido serlo por herencia y no por ningún mérito humano ni divino. Y, además, para que no hubiera duda alguna de su riqueza, han hecho obscena ostentación de ella, dándose al lujo y al derroche, gastando a veces en un día más de lo que miles de sus conciudadanos podían ganar en toda una vida.

Aún en la actualidad hay sátrapas milmillonarios que contratan a Jennifer Lopez, Beyonce y otros artistas sin escrúpulos para que amenicen sus orgías, fiestas o saraos principescos por una fortuna que no les ha costado nada ganar.

Por suerte, y a pesar de lo contradictorio de las estadísticas, este tipo de personajes van a la baja. Según publicaciones como Forbes, cada vez son más los millonarios de nuevo cuño, que se han enriquecido ellos mismos gracias a sus dotes inventivas. Y, también con mayor frecuencia, deciden dejar su fortuna a causas filantrópicas, como acaba de hacer el jefe de Apple, Tim Cook.

Antes que él anunciaron lo mismo otros hombres hechos a sí mismos, como Bill Gates, Warren Buffet o Elson Musk; quizás porque pensaron lo mismo que cuenta el fallecido actor David Niven en sus Memorias: “Desheredo a mis hijos para que ellos puedan aprender a ganar el dinero, como hizo su padre”.

La frase no es textual, por supuesto, pero resume un estilo de vida —y de muerte— que puede hacer a esta sociedad mucho mejor y más justa.

Ir arriba