Tanto peor, tanto mejor

Es probable que Pérez Rubalcaba tenga razón y Rajoy viva en otro país, por ejemplo Holanda, pero oyendo algunos pasajes de don Alfredo se podría tener la impresión de que él vive en Venezuela o en Argentina. Entre don Alfredo y don Mariano nos encontramos millones de españoles esperando, no ya vivir en otro sitio, sino que nos dejen vivir.

Los médicos que ya han cumplido la cincuentena puede que recuerden unos artículos del doctor Santiago Lorén, publicados en la revista «Medicamenta». Eran los diálogos de «Tanto peor» y «Tanto mejor», o sea, el optimista a toda prueba, y el pesimista inasequible a cualquier mejoría. Creo recordar que estos personajes eran trasuntos de algún escritor francés, pero han revivido con el presidente del Gobierno y el secretario general del PSOE.

Ya tuvimos un optimista leonés que nos llevó al desastre, y desde entonces no confío en los optimistas, aunque sean gallegos, y un optimista gallego es una extravagancia semejante a un vegetariano sentado en un asador argentino. El señor Rubalcaba está muy bien en su papel de pesimista, y había momentos en que creí que iba a pedir la eutanasia colectiva para poder evitarnos el horror que nos espera, mientras, tras escuchar a Rajoy, daban ganas de salir corriendo a comprar un coche nuevo con llantas de aluminio. Menos mal que los españoles son gente sensata, que no se deja arrastrar por las emociones, y nadie se quitó la vida anoche por culpa de Rubalcaba, ni subieron las ventas de coche a causa de Rajoy.

En lo que coinciden los dos, y eso me produce un efecto devastador en el ánimo, es que están convencido de que un ciudadano que cobre más de 40.000 euros al año es millonario, y no te digo los que llegan a 100.000, que les parecen cantidades obscenas de estrellas de fútbol. Quiero decir que la clase media lo tenemos claro, o sea, lo tenemos oscuro, porque pasaran muchos años hasta que alguien decida bajar los impuestos. Y, además, cuando lo hagan, la clase media se habrá extinguido. Y, en lo que también están de acuerdo es en tener tropecientas televisiones autonómicas, 14 defensores del pueblo, y unas empresas públicas para colocar amiguetes que todavía siguen en pie a pesar de su inutilidad.

Tanto mejor para ellos, tanto peor para nosotros.

Luis del Val

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