Tecnología e impuestos

Hace unos días que el CEO de Apple, Tim Cook, dio una entrevista a Jerry Baker del WSJ. En ella trataron muchos temas, entre ellos el espinoso asunto de los impuestos y la forma que tienen muchas empresas tecnológicas de pagar siempre lo mínimo posible. Entre ellas Apple, Google, Amazon o Microsoft.

Cook aportó una visión muy interesante de su compañía al mencionar que pagaban más de 7.000 millones de dólares de impuestos, un 35% de lo que gana la compañía incluyendo impuestos federales. Lo cual le convierte en el mayor contribuyente de impuestos en EEUU. Según él, nadie puede decir que Apple no está pagando lo que le corresponde de impuestos.

El CEO continuó afirmando que su país necesita una reforma tributaria urgente, “cualquiera que sepa de impuestos a empresas sabe que la ley actual es una pesadilla”. La actual ley impide que compañías multinacionales, no sólo la suya, puedan repatriar los beneficios generados en otros países para poder reinvertirlos en casa.

Según él, un cambio en la ley beneficiará tanto a EEUU como a las compañías del sector.

Sin embargo, no deja de ser interesante cómo se está presentando este complicado tema en los medios de comunicación generalistas. El éxito de estas empresas se muestra casi todos los meses entre sus páginas pero a la vez se da a entender que evaden impuestos. Sin reflexionar cómo es la ley, su complejidad o la conveniencia de reformarla.

Las grandes empresas tecnológicas ya están pagando multitud de impuestos en forma de IVA, Sociedades, Seguridad Social de sus empleados. Al mismo tiempo están ayudando a otras empresas a generar riqueza y más puestos de trabajo, como puede ser Google gracias a la visibilidad que proporciona con sus anuncios a empresas grandes y pequeñas.

Por eso y aunque Cook hace referencia únicamente a lo laberíntico de las leyes de su país, es una descripción que puede trasladarse al resto. La legislación impositiva ha alcanzado un grado de complejidad que acaba siendo contraproducente para todas las partes.

La empresa ve castigada su actividad y es forzada a buscar fórmulas legales para intentar minimizar la carga impositiva. Unas fórmulas posibles y permitidas gracias a la propia ley que luego se utilizan para atacar a las compañías que hacen uso de ellas.

Sin embargo, es el momento de plantearnos si someter a todas las empresas, grandes y pequeñas, a los elevados niveles impositivos actuales es algo positivo. En vez de señalar con el dedo a las empresas que hacen todo lo que está en su mano dentro de la ley para minimizar esa carga, deberíamos preguntarnos si acaso no es porque la propia ley es abusiva.

Los Estados ya se benefician de la riqueza que generan las empresas, en especial las grandes, mediante todo tipo de impuestos. Muchos de ellos que generan una doble imposición o que son totalmente absurdos. Es hora de parar esta locura para afrontar una fiscalidad que beneficie a todas las partes implicadas: empresas, empleados, contribuyentes particulares y Estado.

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