Todos contra Elpidio

En los juzgados españoles se ventilan ahora mismo nueve causas contra otras tantas entidades financieras, en las que están imputados unos 90 directivos.  Habrá a quien le parezca poca cosa para la magnitud del desastre. Pero no está nada mal si se recuerda que muchos pensaban que todos se irían de rositas. En el sentir popular, por así llamarlo, se da por seguro que la gente importante logra salvarse  del banquillo y, desde luego, no va a la cárcel.

Al lado de  esa crónica desconfianza, surgía estos años un clamor pidiendo castigos ejemplares. La voz de ¡todos a la cárcel!, como en la película de Berlanga, se ha hecho  frecuente tanto en la calle como en la prensa, que se escuchan y retroalimentan. Y esto será todo lo comprensible que se quiera, pero cuidado. Cuidado, porque la justicia no trabaja para dar satisfacción a clamores. No debería.

Sea como fuere, ahí estaba el clamor. Y, por eso, la sorpresa. En cuanto se ha enviado a la cárcel al primero de los banqueros investigados en esta hornada de escándalos, el clamor va y cambia de signo. Es el caso de Miguel Blesa, presidente de Caja Madrid durante muchos años. El juez de instrucción decretó su prisión incondicional y no,  no ha cosechado aplausos. Muy al contrario. Se le ha puesto en la picota.

Yo no sé si la decisión ha sido correcta. Mi conocimiento de las leyes procesales es tan escaso como el que tengo sobre Microbiología, aunque en su día tuviera que  empollarme más de un manual de Derecho. Pero debo de ser la única persona que sufre esa carencia lamentable. La única que no se ve capaz de analizar, juzgar,  ¡y condenar!, la decisión del juez Elpidio José Silva Pacheco de enviar a Blesa a la cárcel sin fianza. Porque vaya rara unanimidad la que hemos conseguido.

Rara, digo, pues ha habido entre nosotros jueces controvertidos. Pero igual que tenían críticos, tenían defensores. En cambio, este Silva Pacheco ha puesto a todo el mundo en contra. Si sólo le reprocharan la calidad jurídica de su decisión, yo no diría ni mu. Pero no se ha quedado ahí la cosa. Al juez  le han hecho  un perfil como los que hacen en la serie “Mentes Criminales”. Se ha aireado que es conflictivo, que tiene una personalidad compleja, que sufrió una depresión, que está expedientado y que no pagó un alquiler.

Se ha venido a decir, por resumir el asunto,  que es  un hombre trastornado y que no debería estar en un juzgado. ¿Por haber sufrido una depresión, que es algo muy común? ¿Por sus rarezas? ¿Por su mal carácter? Silva Pacheco lleva 22 años en la judicatura. Aún no he visto en ninguna parte la evidencia de que sus decisiones profesionales fueran en su mayor parte erróneas. Hasta lo de Blesa, era un desconocido para el público y no se le ve que busque a las cámaras, como esos jueces-estrella que se pavonean como divas de la ópera.

A mí me preocuparía, como a cualquiera, que se envíe a alguien a la cárcel por capricho o mala praxis de un juez. Pero también me preocupa que un posible delincuente tenga la oportunidad de destruir pruebas o largarse con la música a otra parte. Las instancias superiores decidirán si Silva Pacheco ha acertado o errado. Y yo espero que no atiendan al clamor, al clamor contra el juez, sino a razones jurídicas. Como debe ser.  

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