Juan Vicente Pérez Aras, Diputado Nacional PP. Un Consell y una Legislatura agotados

Un bisiesto histórico

Febrero nos deja en plena vorágine de una actualidad que no nos da respiro. Este súper-lunes bisiesto da paso a un esperado cambio de estación. La primavera meteorológica entrará mañana martes con un manto blanco para despedir a un invierno atípico, como todo lo que nos está sucediendo últimamente y que afecta al clima político. Ya vendrá el equinoccio. Con la primavera incipiente, también aquí en suelo patrio tendremos nuestro particular súper-martes. Como nuestros amigos americanos en su también incierta carrera electoral. Incertidumbre a ambos lados del Atlántico, que aquí se acrecenta con ese estado general de ansiedad que tan bien maneja la tele-democracia.

Un 29 de febrero que nos recuerda ese 20 aniversario de la celebración de la mayor concentración política de nuestra historia, con el único precedente del mitin de Azaña en el 35, con un aforo mucho menor. En la Campaña de las autonómicas y locales de 1995, los populares reventamos el coso de la calle Játiva, y un Aznar asombrado abrió su intervención diciendo: “aquí no cabemos, en las Generales a Mestalla”. Y en las Generales del domingo tres de marzo, que confirmaban la hegemonía electoral del Partido Popular que había conseguido desbancar al todopoderoso PSOE, los Populares volvían a hacer historia reventando el mítico Mestalla, un jueves 29 de febrero de 1996.

Eran otros tiempos, y la gaviota popular alzaba majestuosa su vuelo. Los Populares empezábamos nuestro periplo de Gobierno en la mayoría de Administraciones, demostrando a los españoles que sí que había otra forma de gobernar. El PSOE, acosado por los múltiples casos de corrupción, veía como un Partido nacido con la democracia, forjado en años en la oposición infringía la primera derrota electoral a Felipe González en unas municipales y autonómicas históricas que nos permitieron con el apoyo de Unión Valenciana desbancar también aquí a esa máquina electoral que era el PSPV. Una victoria que anticipaba una lucha electoral sin cuartel hasta las generales del año siguiente.

Valencia volvía a ser clave, decisiva. La impronta de los gobiernos populares en ayuntamientos, diputaciones y la Generalitat daban una muestra de ese nuevo estilo de una formación Política moderna, forjada en los principios del humanismo cristiano y con un claro sesgo Liberal. Y la gente asumió ese nuevo producto político, inclusivo y abierto. Un proyecto en el que cabían todos, un proyecto que vertebraba un territorio con aristas históricas, un espíritu común que ponía en valor nuestras fortalezas como pueblo y que hacían volverse hacia esta tierra las sorprendidas miradas del resto de españoles, que seguían en el tópico fácil sobre esta tierra.

Esa potencia política desde esta Comunitat fue decisiva para la victoria de las Generales. González y Aznar desplegaron una intensa Campaña que se midió en el músculo de sus dos actos centrales. Felipe González recurría a ese feudo histórico del socialismo, quien lo diría. Reunió en el Palau Sant Jordi a 40.000 almas y los Populares, tal y como tituló la Vanguardia, 60.000 en Mestalla. Aquello fue decisivo y la opinión unánime de todos los Medios vaticinaban ese vuelco electoral. Una victoria ajustada, tan solo trescientos mil votos de diferencia, y 15 diputados (156/141). Un ganador claro y un perdedor elegante. Felipe González reconocía una derrota que había vendido cara, y anunciaba alto y claro que debería gobernar la lista más votada. Nada de juegos florales y malabarismos democráticos que viciaran los resultados de las urnas, y a los hechos me remito. La apuesta por la estabilidad era clara y en esos momentos es cuando se demuestra la talla de los grandes líderes. El interés general por delante de la proyección personal.

Tras dos meses de negociaciones, el 4 de mayo del 96 Aznar era investido Presidente del Gobierno por mayoría absoluta en primera votación, gracias a los votos de CiU, PNV y Coalición Canaria. Hoy asistimos expectantes a la resolución de ese otro Debate de Investidura que se inicia mañana. Con las espadas en todo lo alto, con la “nueva política” en plena ebullición, con esa apelación a un cambio radical hacía la izquierda, rompiendo con todos los principios que referenciaron esa Transición que ahora muchos no reconocen. Frente a la campaña de la imagen, del titular, del despropósito, los Populares seguimos apostando por España y los españoles, y seguimos demostrando esa disposición inclusiva con una propuesta clara y rotunda, centrada en resolver los problemas de los ciudadanos, no generarles más dificultades.

Como bien dijo nuestro Presidente Rajoy, una propuesta para generar un Gobierno que nos permita seguir avanzando en la senda de la recuperación y la creación de empleo, incorporando nuevas visiones y nuevos socios a ese gran objetivo nacional que es la salida de la crisis. Un Gobierno para mantener la confianza ganada con tanto esfuerzo. Por supuesto, todo se resolverá antes del próximo 29 de febrero, en 2020.

Artículo de colaboración de Juanvi Pérez

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