Juan Vicente Pérez Aras, Diputado Nacional PP. Un Consell y una Legislatura agotados

Una XIIª Legislatura apasionante

MARE NOSTRUM: Una XIIª Legislatura apasionante

Los ecos del 26-J aún resuenan en el imaginario colectivo. Los resultados que arrojaron las urnas no han dejado indiferente a nadie, bueno, a la vista de los acontecimientos a unos más que a otros. Parece ser que los arúspices demoscópicos no cumplieron las expectativas de algunos. Si bien las tendencias iban marcando las evoluciones a lo largo de los últimos meses y semanas, cuando la FORTA y TVE lanzaron su proyección de escaños, tras su sondeo a pie de urna, un escalofrío recorrió la espina dorsal de este país. Afortunadamente la realidad es tozuda y a medida que las urnas iban contrastando su veredicto, la burbuja demoscópica se iba desinflando escaño a escaño.

Han pasado ya unos días, donde los análisis han desmenuzado por activa, pasiva y perifrástica todos los intríngulis electorales, cualitativa y cuantitativamente, para poder  justificar el asalto fallido a los cielos que muchos auguraban. Por otro lado también han determinado, la solidez de una fuerza política que ha vuelto a demostrar que cuenta con el beneplácito mayoritario de los españoles, mal que les pese al algunos, que todavía siguen digiriendo con dificultad los resultados.

En nuestra tierra, con una participación de más de cuatro puntos por encima de la media nacional, el Partido Popular volvía a ganar las elecciones, una vez más, ante la indignación de una izquierda que veía posible, según ellos y sus adláteres mediáticos, el verdadero sorpasso a las huestes populares. Su gozo en un pozo. De forma inexplicable, para ellos claro, los ciudadanos habían vuelto su confianza hacia el Partido Popular, obviando los cantos de sirena de una Izquierda espoleada por el Pacto del Botánic, la quinta esencia de los modelos de gestión social, tan bien vendidos como poco efectivos para los ciudadanos que los sufren.

Una victoria sin paliativos, contundente. Un PP amortizado por propios y extraños se hacía fuerte ante la adversidad. Tras un año funesto, las Europeas empezaron a marcar un declive electoral que se confirmó con la pérdida de la mayoría de poder institucional, pese a seguir ganando las elecciones, en las municipales y autonómicas. Pero la cita de diciembre con las urnas, empezó a poner en valor esa regeneración que las filas populares habían asumido como única vía para volver a conseguir la confianza de una ciudadanía cautiva de una tele democracia, bien dirigida por los laboratorios sociales.

Y de nuevo el 26-J volvió a demostrar la fortaleza de la primera fuerza política de esta tierra. En un año, desde las autonómicas de 2015 se han recuperado 259 mil votos, un 39’3% más, mientras que A la Valenciana y su modelo del cambio, se dejaba por el camino 190 mil. El 78% de los municipios de la Comunitat se teñían de azul popular ( 425 de 542), con un PSOE en franca descomposición al quedar relegado, aquí sí que fue superado, a la tercera posición en la mayoría de municipios, incluso a la cuarta. Tan solo ganó en 32 municipios (14 en Castellón, 14 en Valencia y 4 en Alicante), unos datos que lo sitúan al borde de la desaparición.

Datos y cifras que confirman la franca recuperación de los populares en esta tierra, aportando 917.398 votos (35’49%) a la victoria popular. Una cifra que nos devuelve a aquel 1995 (el PP venía ganando desde 1991) donde en las autonómicas y municipales se produjo el sorpasso al todopoderoso PSPV. Unos datos que han vuelto a teñir de azul el mapa de España, con un mensaje claro y contundente de los ciudadanos. Un mensaje al que algunos hacen oídos sordos, no dándose por aludidos y sembrando otra vez de incertidumbre el escenario político español.

Entramos en una semana decisiva. El martes 19 se constituyen las Cortes Generales y se abre un proceso de investidura que debe ser decisivo para el futuro de esta tierra y de España. Con la mano tendida, asumiendo los nuevos roles que el tempo político va determinando, con la firmeza en nuestras convicciones y con la determinación de que el interés general debe prevalecer sobre los proyectos personalistas y las estrategias de Partido, debemos hacer un esfuerzo todos para dar satisfacción a una ciudadanía que espera que sus representantes no vuelvan a defraudarlos. Ellos no lo entenderían y España no se lo puede permitir. Si el sentido común prevalece y el sentido de Estado también, nos espera una Legislatura apasionante, por el bien de todos.

 

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