Valencia efervescente

No es que me deje yo llevar mucho por la numerología, la cábala o cualquier cosa de éstas, pero lo cierto es que Valencia, mejor dicho la Comunidad Valenciana que no sólo de cap i casal vive el hombre, está en un proceso de efervescencia cultural que quieras que no coincide con los 80 años de su capitalidad republicana.

No tengo 80 años, así que no puedo saber si efectivamente en el 1936 Valencia, como capital de la Republica, fue una explosión de vida cultural aunque sí me costa que vivió una de sus épocas esplendorosas con artistas como Manuela Ballester, Josep Renau, Rosa Chacel o Miguel Hernández. Se celebró el Congreso de Intelectuales en el Teatro Principal y los cuadros del Museo del Prado fueron almacenados en la iglesia del Patriarca, mientras que Dos Pasos y Hemingway se tomaban sus dry martini en la Alianza de Intelectuales, hoy Hotel Vincci en la calle La Paz.

Lo cierto es que desde que vivo en esta ciudad, largo tiempo moribunda bajo la absurda política cultural de ‘poca miga y mucha pandereta’ de nuestro anterior gobierno, no había visto una efervescencia artística y social como la que ahora está surgiendo por aquí y por allá, como si después de una lluvia catártica volviera a germinar todo de nuevo.

Más de 100 proyectos expositivos tiene sobre la mesa la regidora de cultura del Ayuntamiento, Glòria Tello, fruto de la primera convocatoria abierta a artistas y comisarios para plantear proyectos expositivos en las salas municipales; y José Luis Pérez Pont, nuevo director del Consorcio de Museos, está iniciando un proceso imparable, marcado por la participación y el consenso, para implantar por fin buenas y profesionales prácticas en el uso de nuestros espacios artísticos.

Pero no es tanto en las instituciones culturales o museísticas donde el fruto del talento y la creatividad valenciana ha entrado en sazón. Veo su ‘rubio grano’, como diría el poeta, en la calle, en las cafeterías, en los solares del centro de la ciudad, en los librerías, en los barrios…

Movimientos colectivos, festivales efímeros, espacios participativos llenan nuestras ciudades. Intramurs, Cabanyal Intim, Sons al Botanic, Festival de Cortometrajes Radio City, Pasarela de les Arts, Rusafart, Las Naves, la Rambleta, Espacio Inestable, 33Rpm Club, y un largo et cétera en Valencia; Forum Babel, Nit de L’art o la agenda de la EASD en Castellón; El Festival de Blues y el Rototom en Benicassim; la Amstel Fest o el Low en Alicante, Elx al carrer, Vibora II o Diversa en Elche, por citar sólo algunos ejemplos.

He vuelto a retomarle el gusto a husmear en la cartelera y en la agenda cultural de esta ciudad tras un duro y largo invierno; veo ilusión en la gente que conozco, trabajando codo con codo sin esperar subvención, ‘sobre’, ni sinecura alguna, simplemente por el gusto de colaborar, de participar y de crear sin censura. La larga noche de esta ciudad ha tocado a su fin. Que los dioses lares protectores de todas las artes, grandes y pequeñas, individuales y colaborativas, nos iluminen por lo menos otros 80 años más.

Fina Godoy. Periodista

 

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