Valencia, Te quiero

Sí. Así es. Desde la distancia uno se da cuenta de las cosas que ya no tiene. Las valora, las aprecia y las añora. Eso me ha pasado en mi primera semana en París, una ciudad, pese a lo que os voy a contar ahora, maravillosa y con mucho encanto. Pero si, parece mentira que uno tenga que irse fuera para valorar verdaderamente su ciudad.

El clima. Cierto, a veces asfixiantes rozando los 40 grados en verano, pero no sabemos la suerte que tenemos de levantarnos la mayoría de las mañanas, abrir la persiana y ver un sol radiante que nos alegra el día. Aquí, en París, tras 7 días aún no he podido disfrutar de un buen día de sol. Pequeñas apariciones, fugaces, que dejan paso posteriormente a las nubes y a la lluvia. Lo más preocupante, que nos encontramos en el mes de Agosto.

Los horarios. Tal vez la adaptación sea cuestión de semanas, pero si que es cierto que siendo español, aquí en Francia faltan horas. Uno se levanta a las 8 am, a las 12 está comiendo, a las 6 pm cierran la mayor parte de los negocios, a las 7 pm uno está cenando y se da cuenta de que necesita más horas al día. El tiempo útil parece menor.
Aunque eso sí, hablando de horarios me viene a la mente el transporte público parisino, MÁS BARATO, MÁS RÁPIDO y MÁS PUNTUAL que el de Valencia.

La comida. Este apartado no podía faltar. La variedad gastronómica, y sobre todo DE CALIDAD que tenemos en nuestra ciudad supera con creces a la que podemos disfrutar en el extranjero. Comer bien y barato se puede hacer en Valencia, no en París.

Los valencianos debemos sentirnos afortunados por vivir en un lugar como Valencia.

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