Vergonzosos apoyos valencianos al referéndum

Una vez más nos encontramos de cara la lamentable realidad de la izquierda valenciana: su apoyo a la causa del separatismo catalán. El sucursalismo fusterianista de los Compromís, PSPV, Esquerra Unida y los recién llegados Podemos, última y flamante incorporación al club del “gairebé”, parece una suerte de gripe social para la que los valencianos todavía no hemos encontrado un eficaz antiviral.

El caso es que, allá donde se produzca una concentración o manifestación en señal de apoyo a la causa separatista y al tan cacareado “dret a decidir”, por pequeña y grupuscular que ésta sea, siempre veremos algunas caras conocidas del ínclito grupo de representantes electos, en teoría, para representar y defender los intereses de los valencianos en las instituciones. Nada más lejos de la realidad. Cualquier excusa es válida para lucir símbolos antiestatutarios, banderas ajenas, mapas imposibles o pancartas con consignas en idioma extraño.

Obviamente, el sector pancatalanista valenciano tiene que justificar la nómina ante su patrón, el establishment nacionalista de Barcelona: quien paga la cuenta quiere ver al menos destellos de rentabilidad. Y claro, cuán desagradable sería para toda esta ralea alienada que el patrón se diera cuenta un día que, por mucho pienso que vierta en el pesebre, la criatura que llevan décadas alimentando con diligencia, ni rinde ni engorda.

El catalanismo valenciano defiende el “dret a decidir” de Cataluña, muy progresistas y libertarios ellos. Pero ningunean a la sociedad a la que se supone que deben representar, negándonos el “dret a decidir” si queremos hablar catalán, modificar nuestras señas de identidad o formar parte de una nación diferente a España. Una práctica totalitaria en toda regla, pero, eso sí, bien aliñada con dosis de buen rollo y modernismo para hacerla atractiva al sector social más permeable a sus consignas: las últimas generaciones de valencianos, producto “intelectual” de los mecanismos de manipulación y control que durante tres décadas han ido tejiendo sibilinamente en los entornos educativos, culturales, mediáticos y administrativos.

Y así, llegamos a ver hace unos días al diputado provincial por Compromís, Enric Nomdedéu, luciendo cacha con kilt y bandera preautonómica en Edimburgo para apoyar el fallido proceso separatista escocés, una concentración de apenas treinta enajenados socioculturales frente a las instalaciones de la Delegación de Gobierno en Valencia, a una delegación mixta de cargos y afiliados a Esquerra Unida y Compromís reclamando la consulta en Castellón, cual nacionalista catalán cualquiera, o a cargos electos del PSPV haciendo declaracioness pro-separatistas en los medios de comunicación.

Compromís, EU, PSPV y Podemos instrumentalizan y se benefician del socialismo y sus postulados para inocular el catalanismo en la sociedad valenciana. La finalidad de estos partidos políticos quintacolumnistas y sus redes clientelares de sindicatos, asociaciones, fundaciones y colectivos no es otra que la de contribuir a la construcción de una quimérica Gran Cataluña “rica y plena”. La izquierda es la excusa, el vehículo. Y el votante valenciano de izquierda debe comenzar a ser más analítico y menos dogmático.

Ferrán Chiva.

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