Vergüenza ajena

Hay algunas instituciones que disfuncionan sólo para provocar problemas. Trabajan sobre la base de hacer complicado lo sencillo. El ejemplo más relevante es el Fondo de Garantía Salarial, abreviadamente FOGASA, que tantos días de ludibrio y vergüenza están dando a todos los ciudadanos que han tenido la desgracia de utilizar sus servicios.

Los trabajadores que después de un largo periplo llegan a depositar la documentación en Ángel Guimerá 33-1º (por lo que atañe a Valencia) aún tienen que recorrer un largo calvario para ver unos magros euros (que les corresponde) como consecuencia de su despido, de cantidades adeudadas por las empresas o por haber incurrido las mismas en concurso de acreedores.

Es una institución “rebelde” en el sentido más estricto, jurídicamente hablando, del término.

Hacen mangas y capirotes de las decisiones judiciales e inventan, sobre la marcha, para evitar pagar lo que por Ley corresponde a los trabajadores. Alargan los procedimientos, reclaman documentaciones imposibles y contestan el día de san jamás saltándose el silencio administrativo positivo y las múltiples decisiones que han acabado en el Supremo (15 de marzo de 2011, 25 septiembre 2012 o la más reciente de 16 de marzo de 2015).

Para mayor vergüenza de dicha institución han sido condenados, como consecuencia de demanda interpuesta por el Sindicato Independiente C.V., por haber denegado la prestación a trabajadores con contrato por obra o servicio finalizado antes de tiempo.

La sentencia nº 206/15, de 11 de junio del Juzgado de lo Social nº 13 de los de Valencia condena al F.G.S. por un doble concepto: denegar una prestación de manera extemporánea más allá de los tres meses previstos por ley y por hacerlo en contratos de obra o servicio cuando la Ley señala el derecho de cualquier tipo de contrato.

Ante la reiterada injusticia en que se mueve el F.G.S.; ante el daño que causa a quien más necesitado está de asistencia cuando, además, carece de empleo, no sería mala cosa exigir responsabilidad civil e incluso penal personal a quienes, con sus decisiones políticas, intentan dejar en la indigencia a quien necesita socorro urgente.

¡Eso también es corrupción!

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