Viejo de 58, madre de 64

Siendo director del diario El Adelanto, de Salamanca, abronqué a un director jefe que tituló “Hieren a un anciano de 58 años”.  ¿Cómo se te ocurre llamar anciano a un hombre de 58 años, con mucha vida por delante?, le increpé

Eso es verdad, gracias a los avances de la medicina, la extensión de la esperanza de vida y unas mejores condiciones de salud de nuestra especie. Pero no es lo mismo tener 58 años que 28. Por eso, también, cuando el cantante francés Ives Montand fue padre a los 67 años, escribí que había engendrado un huérfano prematuro. Tres años después se cumplió la previsible profecía.

Viene esto a cuento de la mujer que ha tenido sendos gemelos a la edad de 64 años. No es la recordwoman del Guinness, ya que le gana otra con 65. Pero de seguir esto así, con la ingeniería genética, la falta de regulación legal, el capricho biológico y las ganas de batir records, acabaremos por tener niños a los 70 o a los 80 años. Al tiempo.

Lo menos importante parece ser la salud emocional, mental y psíquica del menor. Ninguna madre sexagenaria podrá abordar una adolescencia de sus hijos como una treintañera. Por supuesto. Pero es que con las capacidades genéticas de hoy día podemos engendrar niños a la carta, hacer con ellos todo tipo de experimentos, practicar cruces inverosímiles, etcétera, etcétera. Vamos, el sueño paradisíaco del doctor nazi Joseph Mengele.

Una cosa son las ventajas biológicas que pueden aportarnos los avances médicos, y otra muy distinta las monstruosidades que podemos conseguir, Todos sabemos que el personaje literario de Mary Sellers, el doctor Frankenstein, quiso lograr un ser humano perfecto y que en su logar lo que consiguió fue un monstruo.

Ojo al tanto.

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