Mare Nostrum, Un mundo difuso para una agricultura en riesgo

Vientos del Ática, tempestad en la Izquierda europea

Una vez más, la península helénica recobra un protagonismo político que bien podría envidiar el propio Pericles. Los nuevos líderes de Syriza, referentes de ese neocomunismo heredero de la Tercera Internacional tras su escisión del movimiento socialista en 1919, están sembrando de vientos la cuna de la civilización occidental. Y no sólo allí. Por estos lares sus hermanos ideológicos siguen con la cuadratura del círculo, enardecidos por la fiebre demoscópica y por una maquiavélica estrategia de implosión del espacio ideológico de la Izquierda. La operación contra IU está siendo de libro. Primero Tania Sánchez, ahora Garzón. Una estrategia desde la periferia radical hacia el centro-izquierda fagocitando todas las formaciones y a sus electores. Una operación que está rasgando las costuras de una Izquierda que vuelve a romperse por el ímpetu marxista-leninista. Una cruel venganza de Suresnes y ese XIIIº Congreso en el exilio.

Vientos que siembran inquietud, jurídica, social y económica, pues los alquimistas sociales ya utilizaron esas formulas con resultados visibles a lo largo y ancho del orbe. El Socialismo y su escisión comunista fracasaron como modelo. Sus políticas populistas y demagógicas se estrellaron contra el mismo muro que ellos habían levantado. Un muro que la propia ciudadanía a la que sometieron ideológicamente con cantos salvíficos, se encargó de derribar. Es más, muchos de los males que padecemos actualmente son herencia de años de aplicación de políticas keynesianas, con las que la social-democracia quería proyectar una supremacía moral y atenuar sus principios ideológicos como alternativa al Liberalismo. Años de sobredimensionamiento del aparato estatal, con políticas de gasto expansivas, dejando de lado esa otra parte no menos importante que son los ingresos necesarios para mantener una megaestructura garantista como es el Estado del Bienestar.

Lucha de conceptos y debate ideológico que sigue inmerso en las élites y al que la ciudadanía asiste cabreada al ver como muchos de esos “Derechos” asumidos y consolidados por la vía de los hechos, ahora son cuestionados por una cruda realidad que hace añicos el principio ideológico que los sustenta. No se puede gastar más de lo que se ingresa. Una máxima capital que nos hemos saltado a la torera, pero que nos devuelve a la sensatez y el sentido común que se aplica ejemplarmente en la economía familiar. El excesivo intervencionismo del Estado al final es un lastre demasiado pesado que languidece a una ciudadanía acostumbrada a un artificial y engañoso paternalismo estatal. Lo estamos viendo en Grecia. Una sociedad de 11 millones de ciudadanos que han acumulado una deuda descomunal, de más de 315 mil millones. Con una Prima de Riesgo rozando los 1000, sólo habría que recordar los que aquí nos decían los apóstoles del apocalipsis cuando llegamos a nuestro pico de 638 en el 2012. Que floja memoria tienen algunos que ahora callan y aplauden la postura griega.

Vientos que pueden volverse en tempestad, porque ahora hay que pasar de las palabras a los hechos. La gira europea del primer ministro Tsipras y del inquietante Varoufakis, escudándose en una supuesta mayoría social (hay que recordar que Syriza ganó las elecciones con sólo el 36’34% de los votos), con una puesta en escena muy estudiada, ha puesto de manifiesto dos realidades bien distintas. La de aquellos que creen que los acuerdos y compromisos son papel mojado en función de sus propios intereses pero a cargo de los demás, que tienen que pagar la factura, y la de aquellos que afrontamos la dificultad con un verdadero espíritu reformista. Asumiendo nuestra responsabilidad y posibilitando una verdadera y factible salida de la crisis. La imagen del pragmático ministro de finanzas alemán Schaeuble era sintomática. Aquí no hay nada gratis, sin esfuerzo, sacrificios y compromisos firmes con tus socios.

La izquierda europea está noqueada ante la fractura provocada por el ímpetu radical. Renzi y Hollande están en la cuerda floja, asumiendo sus errores y obligados a aplicar las reformas necesarias para sus resentidas economías. Aquellos que criticaban a España ahora intentan seguir su estela. Se les acaba el tiempo y deben de aplicar reformas urgentes para seguir con el placet de los socios del club, por mucho que finjan una sonrisa cómplice con los helenos, a los que miran de reojo tras la debacle del PASOK. Son tiempos de cambios, dónde el debate ideológico recobra su protagonismo ante la reactivación de la izquierda radical. Nuestro modelo de convivencia va ha ser puesto en cuestión por los paladines de la Dictadura del Proletariado y la economía planificada.

Por ello es necesaria una exégesis del modelo Liberal, del espíritu republicano en él latente como antítesis a cualquier forma de despotismo. Unos vientos que vaticinan tempestades y contra los que debemos anteponer el desarrollo de la Libertad individual y la defensa del Estado de Derecho, como garantía del progreso de nuestra sociedad.

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