¿Y por qué no Valencian Concept Design?

Había ganas, expectación y… necesidad de cambiar algo, de darle a los grandes e históricos certámenes de Feria Valencia como Cevisama y Hábitat (durante 40 años Mueble), con permiso de Fimma-Maderalia, un concepto más innovador, dinámico y sobre todo impulsor de unos sectores tradicionales valencianos que han sufrido la crisis en gran medida.

La iniciativa parece que ha funcionado, a tenor del número de visitantes, de la satisfacción de los expositores y de la recuperación del mercado internacional, haciendo recordar a los nuevos dirigentes de la feria que existieron tiempos mejores, y que al menos parte del esplendor de antaño se podrá recuperar en los próximos años.

Pero esté éxito, con la renovación de los certámenes, del que los valencianos debemos congratularnos, no debe servir para ocultar un panorama muy preocupante sobre el presente y futuro de Feria Valencia, a pesar de los esfuerzos de la nueva dirección comandada por el también presidente de Cierval, José Vte. González.

“Nos vemos en Valencia” ha demostrado ser una interesante y necesaria iniciativa que, a falta de los balances, puede servir para recuperar el horizonte de la macroferia. Ahora bien, el relativo éxito no debe ocultar varias carencias, a mejorar, de una cita vital para la supervivencia de la histórica institución valenciana.

Para empezar, la marca paraguas de “Nos vemos en Valencia”. ¿Y por qué no decir qué en los bares, cómo un disco musical? Es una cita de amigos, una oferta turística, el lanzamiento de algún proyecto en Valencia? Pues no. Es un lema inconsistente, que no transmite mensaje alguno relacionado con la oferta expositiva, no está orientado al potencial visitante internacional, porque el uso del inglés parece que no exista en este país y ni siquiera se ajusta a la temporalidad real de la celebración de los certámenes.

¿No hubiera sido más fácil decir “Valencian Concept Design», por ejemplo? Y además, no podemos utilizar en este caso el contexto único de Valencia, entre otras cosas, porque gran parte de la oferta expositiva procede de la provincia de Castellón, desde Villareal y Onda hasta Vinaroz. Con lo cual, luego vienen los problemas por utilizar la denominación única de Valencia para la Comunidad Valenciana.

Es verdad que partimos de un nombre para nuestra región que está mal encarado, porque de hecho es la única de España con varias provincias que tiene el nombre de su capital. Pero a partir de ahí, si utilizáramos simplemente la denominación en inglés de Valencian, por aquello de no alargarlo a Community, la percepción de la oferta expositiva para los visitantes extranjeros podría ser bien diferente.

Por otra parte, este relativo éxito, a falta de cifras oficiales, no puede nublar la grave situación económica que sufre Feria Valencia.

Con una deuda reconocida de 600 millones de euros, cuyo argumento directivo siempre ha sido que no es una entidad dependiente de la Generalitat, porque tiene presupuesto propio, el futuro se presenta con más sombras que luces.

Y es que, si la institución no es pública o semi pública no se entiende que la Generalitat destine fondos para pagar las facturas y sobre todo para la ampliación faraónica? O es que Feria Valencia cuenta con recursos e ingresos cómo para autofinanciarse? La respuesta es no. Porque a la pérdida de certámenes y competitividad de los últimos años hay que sumar una gestión controvertida del ex presidente Alberto Catalá que la ha dejado en números rojos.

Es verdad que la ampliación diseñada por el arquitecto valenciano José Mª Tomás se hizo en función de la capacidad de convocatoria que años atrás tenían tanto Cevisama como el Mueble. Pero aquello fueron otros tiempos, aunque no haga tantos años. Ahora, la crisis y la falta de adaptación a unas nuevas leyes de mercado obligan a José Vte. González y su equipo a mirar al futuro con un plan de objetivos empresariales muy definido.

Y entre estas medidas de choque vuelve la sombra de un ERE, que ya se acometió tiempo atrás, pero que ha demostrado ser insuficiente. También se va a realizar un redimensionamiento financiero con la creación de dos compañías para sanear los balances, separando la operativa de negocio de la sociedad deficitaria a la que le tocará sufragar los costes de la ampliación en las próximas décadas.

Puede ser una buena estrategia, pero no es suficiente. No vale con decir que en 2015 la Feria puede estar dando beneficios. Porque esa argucia empresarial la conoce cualquier gerente, autónomo o propietario de una compañía. Tal vez puede ser la única solución. Lo parece. Pero el tiempo lo dirá.

Aún así, y tras la buena acogida de esta primera edición conjunta de Cevisama-Hábitat, la dirección ya ha visto con buenos ojos aplicar una medida similar con próximos certámenes para compartir sinergias y ganar en competitividad.

Porque no queda otra solución si pretendemos seguir celebrando ferias en Valencia, como desde hace 75 años. La competencia aprieta, pero aún más el modelo ferial tradicional, algo que no le afecta solo a Valencia, porque Internet y otras aplicaciones tecnológicas han cambiado las reglas del mercado en pocos años.

El montaje de stands a precios altos, y destinados a un público objetivo de mayor nivel adquisitivo puede seguir teniendo mercado. Pero el modelo expositivo ha cambiado sustancialmente, entre otras cosas, porque fabricantes y distribuidores cuentan con nuevos canales de comunicación con un abaratamiento notable de costes.

Aún así las ferias pueden seguir teniendo su espacio, pero adaptándose a los parámetros actuales del mercado. Otra cosa es que desde Feria Valencia se quieran engordar unos números de expositores que no llegan a 900, aunque se vendan 1.400. El éxito de la iniciativa no hace falta edulcorarlo con cifras irreales que tal vez, pertenecían a políticas de otra época.

Y también habrá que mirar con estupor, intranquilidad y resignación el fracaso monumental de Teyoland. Un proyecto que pretendía salvaguardar a los fabricantes y distribuidores nacionales del mueble para competir con gigantes como Ikea, Pero que de tan oscura concepción con la que nació, y una errónea perspectiva de mercado, acabo naufragando en su propia vanidad.

José Luis Pichardo

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