Batalla a muerte contra el mosquito

 

 

El pueblo está pidiendo guerra. Enfadada, la gente, que duerme mal durante estas noches de mucho calor, se levanta encima salpicada de habones y rojeces. “Mírame, estoy llena de picaduras ¿Qué me ha pasado?” Lo que le ha pasado, seguramente, es que los mosquitos se han cebado con esa persona. Que si es de piel sensible va peor servida: porque sufrirá más ataques y porque mostrará mayor sensibilidad de respuesta a la toxina que el mosquito le ha dejado.

Tampoco los hombres, de piel más “coriácea” y por lo general más peludos, se están librando este verano: hay quien se levanta como una paella, lleno de granos. No es de extrañar que haya aumentado el consumo de antihistamínicos, en forma de crema o de pastilla, solución única para después de un desconsiderado ataque nocturno. Hay quien incluso ha acudido al médico pensando en una intoxicación alimentaria de importancia; en ocasiones, las consecuencias son tan llamativas que se ha pensado en una urticaria producida por alguna planta o animal tóxico.

Como caso todo va rodeado de poca ciencia –en realidad hay pocos especialistas en esta materia– este año ha comenzado a hablarse de “bichos nuevos”, insectos importados de otras latitudes o que se estarían trasladando a las nuestras a la vista del aumento de la temperatura media. En ese sentido se lleva la palma el temido “mosquito tigre” al que se le atribuye –a las hembras que son las que pican– una maldad especialmente notable. Los machos del mundo mosquitero ni pinchan ni cortan; son las hembras las que necesitan “beber sangre”, preferentemente humana, o por decirlo mejor, tomar de los humanos las proteínas precisas para poder llevar a cabo el proceso de maduración de sus huevos.

El mosquito tigre ha venido de África ayudado por el supuesto aumento de la temperatura. Y es un canalla que puede transmitir el dengue, una enfermedad que ya es palabra mayor. Lo curioso es que todo pequeño estancamiento de agua le es muy favorable para la proliferación, empezando por los inocentes platitos que ponemos debajo de las macetas para que su humedad dure un poco más.

Pero todavía hay otro “bicho”, casi invisible para el ojo humano, que está haciendo que el verano de muchos sea una tortura: es un pequeño insecto, que muchos llaman araña, que solamente se detecta en ocasiones cuando pasa delante de una pantalla de ordenador o si se desliza ante la página de un libro. Mínimo, “invisible”, es devastador: cuando se ven sus consecuencias, uno sabe que se acaba de cebar en el exquisito espacio –ahora sin calcetines– que media entre el tobillo y la pantorrilla.

En las farmacias atienden con paciencia y con una sonrisa de incredulidad. Pero confiesan estar vendiendo mucho más que de costumbre. Los productos de la familia Aután, se piden muchísimo, desde luego. Pero este año triunfan otros repelentes más “duros”, como el “Relec” que se venden en farmacia pero llevan cajas que ya parecen de tratamiento contra el mildiu de la vid. Una etiqueta roja dice que es “extra fuerte”. Lleva dietil-N-toluamida al 50 %, un producto que ya se puede considerar como “pesado”. Por eso está prohibida su aplicación a niños menores de seis añitos y, como es natural, contraindicado para los ojos, etcétera.

En el campo de los repelentes, con todo, la gran novedad de este año son las pulseras ahuyentadoras, un remedio ecológico aunque no económico. Las hay de muchas texturas y colores porque, básicamente, consisten en una correíta, no de cuero, que se pone en el tobillo o la muñeca. Lleva “esencia de tomatera salvaje”, a la que se le atribuye una gran eficacia contra el odiado mosquito tigre. Hay una “Mosquisin”, fabricada por Etnic, que parece líder de ventas este verano: resiste al agua, se puede uno duchar con ella sin que pierde el penetrante aroma a tomatera que te acompaña día y noche, y tiene efectos durante quince días.

Claro que todo esto se formula en el plano de los repelentes. Porque para combatir a los insectos de verdad, para acabar con ellos, la gama de productos es distinta y más contundente. Orión, Matón y otras muchas marcas llevan años liderando el mercado y este año han incluido la etiqueta de la lucha contra el “Mosquito tigre” para que el comprador la vea de una forma clara. Moscas, mosquitos, avispas, abejorros, arañas… todos van “arreglados” con estos insecticidas básicos que incluyen acción contra los intrusos que algunas veces cree tener uno en casa, como garrapatas, chinches y pulgas, nada raros, algunas veces, si en la casa habitan perros.

A todas estas, naturalmente, crecen las críticas a los ayuntamientos, que han rebajado mucho, o incluso han extinguido, las partidas para tratamiento contra plagas de insectos. Es verdad que hay más cucarachas y mosquitos por ello. Aunque los expertos dicen que el famoso “tigre” está en las casas y en los jardines, no solo en ríos, estanques y barrancos. Y que, como en Vietnam, habría que fumigar casas y poblaciones. Y no es plan… De ahí que haya un problema, efectivamente.

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