Debate a cuatro en Atresmedia

Debate a cuatro flojo y sin un claro vencedor

Debate a cuatro flojo y sin un claro vencedor. Mediocridad es la palabra que definiría mejor lo acontecido esta noche en Atresmedia con el debate a cuatro bandas, aceptado por los cuatro partidos mejor situados en las encuestas: Partido Popular, Partido Socialista, Ciudadanos y Podemos. Si existe un gran número de indecisos en España a dos semanas de elecciones, desde luego, esta noche, no habrá servido para clarificar su voto. Si este se vendió como «el debate decisivo», acabó por ser de todo, menos concluyente. El debate a cuatro fue presentado por Ana Pastor y Vicente Vallés.

Una Soraya Sáenz de Santamaría demasiado encorsetada:

La vicepresidenta del Gobierno de España ha acudido a este debate a cuatro como sustituta de un Mariano Rajoy desgastado por las críticas. Su explicación: «El PP es un equipo de responsabilidades compartidas. Tenemos el líder claro. Por eso no está aquí Rajoy. Somos un equipo que, junto a los ciudadanos, hemos pasado de la crisis a la recuperación, del paro a la creación de empleo».

Sáenz de Santamaría se ha mostrado excesivamente encorsetada por el argumentario del Partido Popular y ha sido la encargada de repetir una y otra vez la misma idea fuerza: «En estos 4 años hemos crecido, a base del esfuerzo del conjunto de los españoles. Ahora es el momento de devolver esos esfuerzos. Me dirijo a los españoles que quieren una España unida, igualitaria, que pueda crear empleo y donde los jóvenes tengan esperanza de futuro. Ya ha pasado lo más dificil, tenemos proyecto, nos mueve el entusiasmo de construir una España mejor».

Un Pedro Sánchez lastrado por el pasado socialista y que no termina de ilusionar:

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, ha sido uno de los candidatos que más ha mantenido la compostura y más relajado se ha mostrado durante las dos horas del debate a cuatro. Tirando de equidistancia, de la que ha afirmado no poseer entre sus cualidades, en demasiados momentos se ha visto obligado a utilizar la táctica del «y tú más», frente a los ataques de herencia recibida de la representante del actual partido en el gobierno.

Sánchez se ha centrado en hacer gala de los logros sociales del PSOE en las etapas en la Presidencia de José Luís Rodríguez Zapatero y Felipe González, aunque también ha lanzado propuestas basadas en el consenso y los grandes pactos en cuestiones fundamentales. Con un discurso reformista, el líder de los socialistas ha advertido en varias ocasiones que «entre todas las opciones para el cambio que reclama una mayoría de españoles, hay caminos que pueden hacer retornar al Partido Popular de Rajoy. La única opción segura de cambio es la del PSOE, para levantar el pacto entre generaciones, garantizar un sueldo digno y trabajo para todos aquellos que estudian. Esa cadena de solidaridad es lo que ha puesto en marcha el PSOE y ahora la derecha lo quieren romper. Tenemos que recuperar lo que nos han quitado y garantizar el Estado del Bienestar».

Un Pablo Iglesias al que le faltó concretar y que abusó demasiado del argumento fácil:

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, no se pareció a aquel tertuliano que con calma, y un punto pronunciado de soberbia, decía verdades que nadie podía discutir. Se alteró demasiado cuando los demás candidatos le recordaron su pérdida de presencia en las encuestas: «tened cuidado, que en dos semanas pueden pasar muchas cosas», advirtió Iglesias entre risas nerviosas. Iglesias, incluso, se atrevió a pedir calma al moderador, Vicente Vallés, en un momento del debate, lo cual provocó las risas del resto de candidatos, así como del público allí presente.

Iglesias recurrió, a lo largo del debate a cuatro, con demasiada frecuencia al argumento fácil que, normalmente, le sirve para salir del paso frente a Alfonso Rojo, Eduardo Inda o Francisco Marhuenda en los debates de La Sexta Noche. Hoy, a mi juicio, un debate con presidenciables se le quedó demasiado grande. Ya no a él como político, ni como orador, sino a su línea habitual de discurso. El líder emergente señaló que votar a Podemos es la alternativa a «las tarjetas black, las preferentes, los EREs de Andalucía, el caso Púnica, la Gürtel, las colas en la sanidad, el artículo 135 […]». Así mismo, pidió a los españoles una sonrisa «a las plazas, al 15M, a Ada Colau, a las madres coraje, a los abuelos que se rompen la espalda para estirar una pensión […] una sonrisa porque Sí se puede». Sin embargo, Pablo Iglesias no aprovechó para azotar al PSOE cuando el guión se situaba en un marco idóneo para ello. Se mostró en muchas cuestiones de acuerdo y, cuando arremetió contra el PSOE, fue desde el manual de frases recurrentes de sus asesores, entre los que se ha encontrado Iñigo Errejón, y nunca desde la racionalidad, aunque ha habido varios momentos que se han prestado para ello.

Un Albert Rivera que pecó de inexperiencia y se puso nervioso

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, dejo demasiado en evidencia su inexperiencia y no se mostró tan calmado y concreto en sus propuestas como nos tenía acostumbrados en los últimos cara a cara. Con una actitud muy inquieta, pues no dejo de moverse durante todo el debate, el catalán desveló los nervios con los que afrontó este debate a cuatro.

Rivera se focalizó en remarcar el argumentario del PP y PSOE y, así como le ocurrió a Pedro Sánchez, abusó demasiado de la equidistancia, comparando en más de una ocasión a Mariano Rajoy y Artur Mas. Para Albert Rivera, las elecciones de dentro de dos semanas son un cambio, ya no de gobierno, sino de etapa. «Tenemos que reformar la democracia. Vamos a ir a votar y estoy seguro de que vamos a ir en masa. Hay que votar por nosotros, por nuestros antepasados que lucharon por lo que tenemos, nuestros padres que nos dejaron una España de derechos y libertad, nos han dejado una sociedad en democracia. Ahora, 40 años después hace falta cambiar hacia una nueva etapa de ilusión. La ilusión vencerá al miedo. La esperanza será más grande de la resignación».

Los pactos después del 20D

El debate a cuatro ha dejado claro un posible panorama de pactos, en el hipotético caso de que cada una de los partidos se convirtiera en la fuerza más votada.

Partido Popular. Soraya Saénz de Santamaría: Siempre respetaría la fuerza más votada, sea quien sea. Pablo Iglesias ha bromeado diciendo que «se alegra que el Partido Popular piense votar a la más votada porque, si Podemos es primera fuerza, les acabará invistiendo».

PSOE. Pedro Sánchez: Se ha mantenido marcando la línea izquierda-derecha. Ha dejado claro que Ciudadanos en el único sitio que han dado gobierno al PSOE ha sido en Andalucía y «porque las derechas no sumaban».

Podemos. Pablo Iglesias: No se ha negado a pactar con el PSOE aunque, han advertido, «cuando el PSOE está fuerte se parece demasiado al Partido Popular, mantiene las puertas giratorias y pacta el 135». Ha defendido la idea del parlamentarismo frente a la idea presidencialista de la lista más votada. «Esperamos ganar y, por tanto, vamos a pactar desde una base programática, no desde paradigmas de izquierda-derecha, nuevo-viejo».

Ciudadanos. Albert Rivera: Quizás ha sido el menos claro de los cuatro en esta cuestión. Ha distinguido entre formar gobierno y permitirlo. Para Rivera, España necesita «desde la centralidad política poner a la gente de acuerdo. La transición es un buen ejemplo. Si ganamos, estoy dispuesto abrir un gobierno de apertura con personas independientes y de otros partidos políticos. De lo contrario, dejaría gobernar a la lista más votada, ya que tienen que intentar formar gobierno. Queremos ganar, pero apoyaremos a otras fuerzas si no ocurre».

 

Ángel Serrano, director de AP7, tertulia política de News FM

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