Tenían por costumbre los atenienses condenar con la pena de destierro político a los regidores de la cosa pública que no habían tenido el mejor comportamiento con su pueblo. Sobresaliente en tantas cosas la patria del ministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis, hace mucho tiempo que acuñó el término “ostracismo” para referirse a esta delicada situación. No acertamos a afirmar si con razón o no, pero tiene toda la pinta que el pueblo soberano, tiene previsto este castigo para los populares y los socialdemócratas valencianos.
Por mucho que llenen plazas de toros u otros grandes recintos, todo parece encaminado a que los votantes menos irredentos y que vendrían a ocupar esa gran bolsa de votos que PP y PSOE tradicionalmente se disputan, han decido abandonarles. Y lo saben. La corrupción y sobre todo, lo mal que se ha gestionado desde Quart y Blanquería, errores de bulto en la acción de gobierno y la presión ejercida en la calle por la oposición, dictarán sentencia y provocarán el cambio de tiempo político. Pero tienen que disimular y seguir luchando para tratar de minimizar la debacle. Saben que entrarán en el gobierno municipal de nuestras grandes ciudades –Elche, Alicante, Valencia y Castellón-, pero seguro sin mayoría absoluta. Será en clave de bloques propios de la vieja política que tanto quieren enterrar los emergentes: partidos conservadores versus partidos de la izquierda -sin descartar pactos más atrevidos y transversales, que todo puede ser-, pero en cualquier caso, que no cuenten con gobernar en solitario. Contra más pronto lo asuman, rectifique y comiencen a detener la hemorragia, en mejores condiciones llegarán a las elecciones de noviembre.