El juez considera que la llamada del interventor al maquinista fue «correcta»

El instructor considera en este documento, facilitado por el Tribunal Superior de Justicia de Galicia, que la actuación del interventor del tren siniestrado, que cubría la ruta Madrid-Ferrol, en principio se presenta «correcta», ajustada a los procedimientos del operador y a las prácticas del sector.

Entiende Aláez que la consulta al maquinista para saber si el tren podría circular por una determinada vía es «algo normal», como el propio conductor, Francisco José Garzón Amo, imputado por 79 homicidios imprudentes, ha contado en su segunda declaración ante el magistrado, en esta ocasión voluntaria y efectuada ayer mismo.
El juez estima que la llamada no es causa del descarrilamiento que sufrió el tren, y aunque se considere «desafortunada por el lugar o momento en que se hizo», ello semeja «insuficiente» para atribuirle una imprudencia con relevancia penal por un siniestro, con un saldo de 79 muertos y más de 150 heridos, que parece tener su causa «en la inapropiada e imprevisible conducción del maquinista».

Aún si se percibiese que la conducta del interventor es «desacertada» porque con su llamada podría haber distraído al conductor, que al no reducir en una curva peligrosa provoca una tragedia, Aláez estima que el papel de Marugán se encuentra dentro de los límites permitidos. Por ello, «aunque se considere que la llamada fue errónea o equivocada al efectuarla en ese momento, la posición de garantía del interventor no se extendía a actuaciones directamente relacionadas con el pilotaje de la locomotora». En el comportamiento de Marugán no aprecia dolo, en ninguna de sus modalidades, y tampoco la concurrencia de una culpa penal.»La llamada, en la terminología clásica culpa levissima, resulta penalmente irrelevante», concluye.

Según la información de la caja negra, apunta, la llamada se inicia casi dos minutos antes de llegar al punto kilométrico donde se produce el accidente, es decir, en función de la velocidad que llevaba el Alvia, unos seis kilómetros antes de alcanzar la curva en la que se produce el descarrilamiento. Y lo sucedido, prosigue Aláez en el auto, no parece «achacable a una causa sobrevenida diferente e impensable» más allá de la «conducción inapropiada del maquinista por conducir a una velocidad que superaba el doble del límite permitido».

Marugán ha dicho este jueves  a Efe que solo responderá de lo acontecido ante la justicia: «Estoy inmerso en un proceso judicial. Declaro mañana. Voy mañana a hacer una declaración al juzgado. Entonces, ya no puedo hacer ninguna» más fuera de este ámbito, ha expuesto, tras indicar que debía conducir su vehículo y por ello se veía obligado a interrumpir la llamada.

Este miércoles, en cambio, ha sido menos sucinto y ha explicado a Efe la omisión de la conversación con el maquinista en su declaración policial: «Estaba muy aturdido. Mi cabeza estaba llena de imágenes terribles. No era trascendental para el accidente. En ningún momento quise ocultar la conversación, y estoy convencido de que Garzón tampoco». Lo dice porque Garzón Amo no la mencionó al prestar testimonio el pasado domingo, convocado por el juez instructor. Del contenido del diálogo, que duró aproximadamente dos minutos, ha dicho Marugán que su única intención era facilitar la bajada de una familia con hijos en Pontedeume, localidad situada a unos 15 kilómetros de Ferrol, el destino final de ese Alvia que había salido de Madrid.

De la existencia de esta comunicación se supo con el desprecinto y volcado de las cajas negras y se efectuó entre teléfonos corporativos. El de Garzón Amo se extravió. El tráfico de llamadas, recibido por la policía y entregado al juez, resultaba crucial para el instructor, que ordenó un rastreo al conocer la pérdida del teléfono profesional de Garzón Amo. Está previsto que se haga entrega al magistrado instructor del informe que recoge los datos extraídos de las cajas negras, que por el momento no está en este juzgado.

En base a los datos divulgados, instantes antes del accidente el tren circulaba a 192 kilómetros por hora y tras la activación de un freno por parte del maquinista, el Alvia finalmente impactó contra el muro de hormigón tras pasar la curva de A Grandeira, a 153 kilómetros por hora en un lugar en el que el libro de ruta indica que no se puede ir a más de 80.

Víctimas hospitalizadas

En cuanto a los afectados por el accidente, un total de 57 personas continúan ingresadas en los hospitales gallegos, de las que 11 permanecen en estado crítico, entre ellos un niño. Del total de pacientes, 32 están en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago, diez de ellos críticos, entre los que figura un pediátrico, y otros 13 pacientes están en el Policlínico La Rosaleda de Compostela. Además, ocho siguen ingresados en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña, de ellos uno crítico; uno en el Complejo Hospitalario Universitario de Pontevedra y dos en el Hospital Domínguez de esta ciudad; y otro en el Complejo Hospitalario Universitario de Ourense.

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