La Gran Subasta de cachivaches y sus historias

 

 

La Gran Subasta es una esas genialidades que nacen una tarde de risas entre amigos y acaba llevándose a la acción. La idea es poner a la venta objetos y utensilios caseros, electrodomésticos, ropa, consolas y todo tipo de cachivaches que uno ya no necesita, no le encuentra lugar, ha olvidado o, más bien, quiere olvidar.

La base es ‘la filosofía del reciclaje’, partiento de precios irrisorios y llegando a límites insospechados, incluso a vender una minicadena en perfecto estado por 5 euros o una videoconsola por 20 céntimos y siempre con mucho mucho humor. No en vano detrás de la iniciativa está Alejandro Portaz, actor de improvisación y al frente de la productora Videotú (www.videotu.es), especializada en realización y grabación de eventos, la creación de nuevas tendencias y la organización de espectáculos sociales y culturales, que a nadie dejan indiferente.

Durante una temporada un local de Velluters fue sede de esta iniciativa. Ahora se ha instalado en Benimaclet. Se celebrará este domingo, 15 de diciembre, a las 19.30 horas, en En Babia (en la calle Reverendo Rafael Tramoyeres, 6).

«La Gran Subasta surge de una anécdota. Hace ahora cinco años, un amigo de la universidad decidió subastar todos sus juguetes y figuras de coleccionismo en la terraza de su casa, pues se marchaba a Barcelona y quería desprenderse de algunas cosas. Nos congregó a todos los colegas y pasamos una tarde muy animada. Inmediatamente me tocó a mi hacer una mudanza importante y pensé hacer lo mismo. Como no tenía mucho tiempo y quería venderlo todo, decidí que los precios de salida serían de 1 euros o menos, con el objetivo de hacer un intercambiode enseres, de toda naturaleza, sin dar tanta importancia al valor que tenían», explicó a VLC News Portaz.

Así establecieron su máxima ‘con filosofía de reciclaje’: compra-venta de objetos a muy, muy bajo precio. «simbólico, de hecho, donde electrodomésticos, libros, muebles o incluso bicicletas pasan de unos a otros porque el propietario ya no los necesita. Utilizamos el viejo sistema de la subasta pero con humor, pues es ridículo pretender que una mini cadena con altavoces en perfecto estado de funcionamiento salga por un precio de salida de 0,75 euros. Puede que finalmente paguen 5 euros o 6 euros, pero la idea original es la de intercambio», continuó. Tan simple como si “yo ya no le doy uso, que lo utilice otro. Y así no tengo que tirarlo”.

De este modo, la aventura que comenzó en casas de amigos y «se abrió a todo el mundo» cuenta además con colaboraciones muy especiales. En esta ocasión la diseñadora Carla Pomer «ha realizado el estupendo cartel y ha puesto la imagen navideña a nuestra cita subastera», explicó.

Alejandro se encarga de dirigir las subastas, con dosis de improvisación y generando un ambiente lúdico. Invita a los ‘vendedores’ a exponer sus objetos. Los participantes previamente ha enviado a la organización una lista de siete objetos o lotes de los que desea deshacerse. Una vez en la celebración del evento, por turnos, van saliendo a escena, se cuenta la historia y procedencia del objeto y comienza la puja. Así sucesivamente, por turnos, hasta que las ofertas y las recudaciones acaban. 

En este tiempo, ya se han celebrado más de 20 subastas, se han vendido unos 1.300 objetos y han participado más de 500 vendedores. Todo vale y cualquier persona puede participar, de todas las edades.

Con todo, el espíritu de esta Gran Subasta de cachivaches es triple: reciclar, compartir y poner humor a la vida. Cada objeto tiene su historia y en este proceso de ‘trueque’ cada propietario trata de que no caiga en el olvido, pese a ya no poder formar parte de sus vidas. «La gente tiene el hábito de juntar cosas de todo tipo, creyendo que un día -no sabe cuándo- podrá precisar de ellas. Pero los bienes precisan circular, necesitamos limpiar el espacio y reciclar tanto los armarios como la mentalidad. Este es el principio de vacío», concluyó Portaz.

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