La ley se impone en el lago

“Me han dicho que ya no puedo ni salir a pasear con mi mujer en la barca” comenta Antonio López, un barquero de la Albufera de 82 años. Su barca ha pasado de generación en generación, cuenta ya con más de ciento veinte años, y adecuarla a la normativa no le sale rentable. “Si tengo que regularizarla tener seguro, papeles y pasar el psicotécnico para poder manejar la barca no creo que vuelva a utilizarla. No me sale rentable” comenta enojado a VLC NEWS. “Me han dicho que salir a pasear sería una falta muy grave y que no llevar la documentación una falta grave. Es una locura” añadía el señor Antonio.

Desde hace unos meses, en el lago, es común ver a agentes del Seprona de la Guardia Civil y a operarios del Ayuntamiento que paran a los barqueros para pedir la documentación de la embarcación así como informar de las sanciones a las que se exponen si no llevan ‘los papeles’ en regla. Para los barqueros las medidas que se están tomando en la Albufera solo favorecen a unos pocos, principalmente a las embarcaciones de recreo que realizan tours por la laguna, y desprotegen al alma del lago: los pescadores tradicionales del parque.

Los barqueros de la Albufera encuentran cada vez más obstáculos para poder mantener viva una de las prácticas culturales más ancetrales del paraje: la pesca tradicional. Desde que en 2005 se pusiera en vigor la ordenanza reguladora del registro de las embarcaciones del lago de la Albufera son muchos los pescadores que han decidido darse de baja en las cofradías de la zona así como amarrar definitivamente sus embarcaciones. Pese a los datos ofrecidos recientemente por el concejal Vicente Aleixandre, donde se cuantifican 815 barcas reguladas según las citadas ordenanzas, muchos barqueros creen con esta legislación se esta induciendo a la “perdida de la tradición”.

Se acentúan los controles en el lago 

El mismo día que el alcalde en funciones, Alfonso Grau, visitaba el Parque Natural de la Albufera un grupo de pescadores que faenaban en la zona del Tancant de la Pipa situado en la acequia de Catarroja recibían la visita de unos funcionarios del Ayuntamiento que procedieron a la medición de las embarcaciones así como a ‘ver’ que toda la documentación de las barcas ahí reunidas estaban al día.

“Es normal que se regularicen ciertas cosas, que todos naveguemos hacia la protección del parque y sus aguas pero hay cosas que rozan lo anormal. Si se ponen tan estrictos con nosotros, los pescadores, que somos lo que más respetamos la laguna, están condenándonos a muerte. La pesca ya no trae tantos beneficios como antiguamente, la mayoría de nosotros continuamos pescando por afición y amor a la Albufera, no por un beneficio económico. Si nos ponen a la altura de las embarcaciones de recreo o pasaje muchos nos vamos a dar de baja no vamos a seguir pescando porque no podemos adaptar nuestras embarcaciones al reglamento” comenta Alejandro, un pescador de 54 años de Catarroja. “Mi padre era pescador, mi abuelo era pescador, mi bisabuelo era pescador. Ellos sacaban adelante a su familia con este trabajo. Yo desde joven he estado pescando en la Albufera pero cuando me salió un trabajo, de guardia jurado, me deje la pesca. Esto ya no da de comer. No creo que mis hijos puedan seguir con el legado ya que para ello tendrían que cambiar de barca y no esta la situación económica como para invertir dinero en esto. La pesca ya no nos da dinero. Pocos pescadores viven cien por cien de ello” añade Alejandro.

La mayoría de los barqueros piensan que la ordenanza tiene sentido para las embarcaciones de recreo que llevan pasajeros a bordo, especialmente a los barcos que realizan rutas por el lago, pero que el reglamento es bastante duro con los pescadores ya que sus embarcaciones no están adaptadas para pasar los controles a los que se deben someter las barcas. De las 815 embarcaciones ya registradas, de las que se hacía eco el concejal Aleixandre, sólo 117 realizan pesca tradicional, la mayoría de las que están regularizadas son barcas destinadas al recreo o de pasaje, que están dedicadas a realizar actividades lucrativas, que aportan un beneficio económico a los barqueros (que por regla general es más cuantioso que el beneficio que conlleva la pesca). 

Es importante llevar un control de la gente que navega en el lago

“Registrarnos es normal, hay que cuantificar cuanta gente navega por la Albufera y cuantas de esas embarcaciones realizan pesca, para controlar la actividad así como las especies de la laguna” comenta Lucas Rodríguez, un joven barquero de 30 años que lleva dos dedicado a la pesca en el lago. Él si que ve normal que las ordenanzas velen por llevar un control de las barcas que navegan en la laguna. “Estoy de acuerdo con la ordenanza pero entiendo a las personas mayores que ven en ella una amenaza, llevan todo la vida pescando y navegando estas aguas y consideran que con la regulación lo que se intenta es recaudar dinero para la administración y recortar su ‘libertad’ ya que nunca antes habían tenido que rendir cuentas con nadie para salir por la Albufera. Yo creo que hay que adaptarse pero también creo que hay que informarles mejor y darles facilidades a los pescadores” añadía Lucas. 

El problema viene dado cuando se pretende adecuar a la normativa una tradicional milenaria que jamás había estado regularizada más allá de pertenecer a una cofradía o colectivo que velara por sus intereses. “Se supone que si perteneces a una cofradía de pescadores es porque pescas. Es una manera de cuantificar cuántos nos dedicamos a esta faena en la Albufera. El problema, yo creo, es que como últimamente estamos asistiendo a una ‘vuelta’ a las tradiciones, a la navegación en el lago y a los clubs y plataformas que fomentan la vela latina pues se está intentando meter a todos en el mismo saco y creo que ahí se ha pecado. La mayoría de la gente que pesca es gente mayor y la verdad es que es difícil, que después de estar tantos años trabajando de una manera ahora venga a imponerles normas. Tendrán que adaptarse o saldremos perdiendo todos” comentaba Lucas que considera que los ‘abuelos de la Albufera’, como llama cariñosamente a sus compañeros de pesca, no deberían desaparecer. 

En septiembre, como informó el Ayuntamiento, se seguirá con la campaña de regulación de las embarcaciones y los amarres y muelles. Según muchos de los pescadores “esto no termina aquí” ya que este tema dará mucho que hablar. “Ahora que estábamos consiguiendo que se nos considerará patrimonio de la humanidad no sé quien será la muestra de ello” añadía Antonio, que aun seguía refunfuñando porque eso de salir en barca con su esposa podría terminar pronto. 

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