Las azoteas de New York y la estrategia de Toronto inspiran a Valencia

 

 

El desarrollo de los huertos urbanos no se trata solo de una cuestión económica. Las razones «son muy variadas» y las explica a VLC News uno de los mayores expertos de la ciudad. Josep Tamarit, paisajista e ingeniero, es el impulsor de Red de Huertos Urbanos de Valencia y desde su labor y trayectoria afirma que «obtener tus propios alimentos ecológicos y aprender con los tuyos la alquimia de la tierra ya es de por sí una motivación».

Y va más allá: «relacionarte con vecinos o amigos, compartir experiencias y hacer comunidad es algo que también se estaba perdiendo y el huerto nos lo devuelve». Se convierten así en «un proyecto de presente y futuro lleno de pequeñas alegrías y quehaceres maravilloso».

Y aun que los beneficios son difícilmente cuantificables» se atreve con una enumeración nada desdeñable: motivo de orgullo local y comunitario; escenario de transferencia cultural y tradicionalpromotor de valores como solidaridad, equidad, respeto, compromiso y responsabilidad; ámbito de relación intergeneracional; espacio de recreo, diversión y educación ambiental; recurso alimenticio: extracción de cultivos ecológicos; catalizador del desarrollo personal y social; escenario de hábitos saludables y terapéuticos

Cada modelo de huerto por el que optan los barrios condiciona sus características y son muchos los ejemplos de los que se puede tomar nota y como referente. Así, nos topamos con los destinados «al autoconsumo de la Habana (Cuba) o Rosario (Argentina) o los huertos solidarios de ayuda internacional, a los huertos comunitarios de Reino Unido,  las azoteas huerto de Nueva York o las estrategias por la seguridad alimenticia en Toronto (Canadá) o Viena (Austria), entre muchos otros», explica Tamarit.

Valencia, por su idiosincrasia y su climatología, tiene gran capacidad de desarrollo y grandes oportunidades en materia de agricultura urbana a todas las escalas. «Tiene las condiciones naturales óptimas y el contexto socio económico propicio para aprovecharlas», asegura el experto. Tanto es así que, dice, hoy «la gente quiere cultivar y cultivarse cultivando, no es una cuestión de necesidad, que también, sino que es un tema más cultural, propiciado por una nueva mirada y forma de entender la vida desde la cultura urbana«. 

En Benimaclet cultivan huertos urbanos, en El Carmen extienden los pulmones verdes a las terrazas, en Patraix difunden alimentos ecológicos cultivados en terrenos valencianos, en Velluters aprovechan solares para crear vida y así lo persiguen los vecinos de Marítimo-Ayora… Y ahora vecinos de La Malvarrosa se suman a esta corriente solidaria, respetuosa con el medio ambiente y crítica con el contexto histórico y económico por el que los ciudadanos pasamos: nace una nueva fórmula bautizada grupo de Consumo Responsable.

Desde Red de Huertos Urbanos de Valencia, que ayudan a impulsar proyectos de asociaciones de vecinos y comunidades que así lo requieren y solicitan, consideran que los ciudadanos deben tomar la iniciativa «en nuestros intereses más inmediatos y no delegar todas las cargas en una Administración que anda bastante liada con los quehaceres cotidianos».

La evolución del desarrollo por parte del ímpetu vecinal está siendo tal tanto en Valencia como en otras capitales de España que es viable y previsible una conjunción de sinergias con el tiempo. «Movimientos como Incredible Edible en Topmorden de Reino Unido, Green Guerrilla en New York,  Drummond Ville en Quebec o el Huerto de Benimaclet en Valencia nos muestran que es posible hacer agricultura urbana si así lo quieren los vecinos», comenta Tamarit.

Por otro lado, «ciudades como Detroit, Londres, Vitoria o Barcelona están desarrollando iniciativas más o menos ambiciosas a escala ciudad en materia de Agricultura Urbana. En el caso de Valencia, el proyecto de Sociópolis ofrece huertos para los vecinos de la ciudad pero es un ámbito poco cercano e incapaz de dar respuesta a las demandas vecinales de huertos de barrio», analiza.

La realidad socioeconómica que vivimos es un escenario en el que esta apuesta «tiene mucho que decir y aportar, si la Administración no lo entiende, la Ciudad Huerto seguirá su curso, y será la propia gente quien empiece a hacerla realidad con sus normas y sus leyes«, augura. 

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