Ocupas de Malilla, «de botellón, agua y musicón»

«Juerga a cualquier hora. Fiestas nocturas, fogatas, botellones, música hasta las mil y un ir y venir de carros llenos de metales y botellas de agua». Este fin de semana desde el sábado por la mañana hasta el domingo bien entrada la tarde este periódico pudo comprobar, acompañando a varios vecinos de Malilla, algunas de las prácticas que ocupas de casas de huerta tienen en el barrio.

VLC News acudió a la llamada de unos lectores y residentes en la zona para comprobar desde sus balcones los ruidos que llegan a soportar, entre las calles Ingeniero Joaquín Benlloch, Malilla e Isla Cabrera. «Nos plantan un musicón que no se puede aguantar», explicó uno de ellos. Se refieren a los asentamientos que existen en la explanada en el cruce de dichas calles, junto a un tramo de la huerta superviviente.

En estos días ya parece que se pueda empezar a disimular, con el inicio de algunos actos falleros en calles cercanas y cuando la gran mayoría de los vecinos aprovechan para disfrutar del sol y la programación de actividades en la ciudad. «Pero llega la tarde y casi seguimos igual», explicaron.

Precisamente junto a la carpa fallera de una de las comisiones de la zona, Ausiàs March-Na Rovella, fuimos testigos de otra de las escenas llamativas que los residentes llevan tiendo viendo sin solución. Dos grupos diferentes de personas, cargados con carritos de supermercado y hasta 150 botellas de cinco litros vacías cada uno, se relevaron durante varias horas para rellenarlas del agua de la fuente pública del parque.Parte del cargamento, botellas llenas.

Estamos hablando de unos 1.500 litros de agua en cuestión de dos horas. «Y no es algo aislado de un día o una hora determinada», comentaron unas vecinas. «Es algo habitual ver cada día a mujeres y hombres hacer viajes para rellenar los recipientes y llevarlos a sus chabolas».

El debate en el recorrido, intercambiando opiniones entre vecinos, llevó a recordar que «hace algún tiempo ya cortaron el agua del parque privándonos al barrio, mayores y niños que frecuentan el jardín, de poder usarla por el derroche que supone». Derroche para algunos, «necesidad» para otros, «sinvergonzonería» para otros tantos.

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