Román roza la puerta grande

FICHA DEL FESTEJO:

Seis novillos de Daniel Ruiz, desiguales de volumen pero de buenas hechuras. Salvo el segundo, con genio, fue una novillada de buen juego en general, sólo con el defecto de cierta falta de fuerzas y coordinación de movimientos.

Román: cuatro pinchazos y estocada trasera (silencio tras aviso); estocada desprendida (oreja con fuerte petición de la segunda).

Martín Escudero: pinchazo y estocada delantera (silencio); cinco pinchazos y media estocada (silencio tras aviso).

Armillita: tres pinchazos y diez descabellos (silencio tras aviso); estocada desprendida atravesada y seis descabellos (silencio tras aviso).

Saludaron en banderillas Julio Campano y José Antonio Maqueda, en el segundo, y Raúl Martí y Miguel Ángel García, en el cuarto.

Primer festejo de la Feria de Julio. En tarde ventosa, la plaza se cubrió en un cuarto de su aforo.

Román, el novillero en que la afición valenciana tiene puestas todas sus esperanzas, volvió a darlo todo en el ruedo de su tierra. Pero, como ya le sucedió en Fallas, la negativa presidencial a concederle una segunda oreja pedida por aclamación le dejó sin la justa recompensa de una salida a hombros hacia la calle de Játiva.

Aunque abría cartel y, por tanto, era el novillero más rodado de la terna que abrió el abono de Julio, Román puso toda la carne en el asador, con ansias casi de principiante, hasta provocar los olés y los momentos de más emoción de toda la tarde.

Esa entrega le costó ya dos fuertes volteretas de su primer novillo, de embestidas rebrincadas y discontinuas, al que templó con firmeza y seco mando hasta que el animal se apagó.

Fue ante el cuarto, un bravo novillo retinto con vibrantes arrancadas, cuando Román logró las cotas más altas, no sin sufrir antes otro aparatoso percance durante un quite al primero de Armillita.

Sin regatear esfuerzos, el valenciano le ligó al mejor novillo de los de Daniel Ruiz varias series con aplomo y férreo mando, siempre de cinco y seis muletazos. Las primeras fueron las más logradas, una vez que de mitad en adelante la faena entró en un proceso de aceleración, buscando Román con cierta ansiedad ese segundo trofeo que luego le negó el presidente.

Uno de los atractivos de la novillada era el debut con picadores del mexicano Fermín Espiniosa «Armillita», octavo miembro de la asolerada dinastía del mismo nombre.

La gran cantidad de toreros que estuvieron presentes en el callejón -su padre, del mismo nombre, su tío Miguel, Niño de la Capea, Dámaso González, Curro Vázquez y Cayetano, o José Tomás en el tendido- era significativa de la importancia de la efeméride.

Pero los resultados no fueron los esperados. Como mayor virtud, al debutante se le atisbó un buen sentido del temple, con la voluntad clara de ralentizar todos los pases. Pero, aún poco rodado y con más oficio que convicción, este nuevo Armillita mostró cierta inseguridad ante la cara de sus dos enemigos. Y, para colmo, falló con la espada y, reiteradamente, con el descabello.

Por su parte, el madrileño Martín Escudero, que tiene un claro referente en José Tomás para intentar hacer el toreo, aguantó con frío valor las bruscas oleadas de su primero, pero se disipó en una labor desangelada y deslavazada ante un quinto novillo que mostró clase y nobleza por el pitón izquierdo.

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