Un homenaje al emblema de los valencianos

Inmersos en un contexto de tensión política y con el surgimiento de grupos valencianos que, más allá de la ideología, defienden el concepto de valencianía, todo hacía sospechar que este 9 Octubre podía ser diferente.

Pero ese sentimiento no se hizo notar como se esperaba. El poder de convocatoria a través de Twitter y Facebook no fue el esperado y la imagen de la Plaza del Ayuntamiento, teñida de azul por esta Marea que todos habían visualizado en su cabeza, fue simplemente eso: pura imaginación. No hubo una verdadera unión entre todos estos grupos valencianos que, dispersos, perdieron su voz.

Los actos comenzaron al filo de las doce del medio día cuando, acompañada por el himno nacional, la bandera regional –de la que tanto se ha hablado respecto a la veracidad de su antigüedad– descendió desde el balcón del Ayuntamiento donde se encontraba Cristóbal Grau (Concejal de Deportes y Juventud), el elegido para portarla. Y en ese momento daba comienzo el camino hacia la Catedral. La Senyera fue acompañada no sólo por las personalidades políticas, sino también por los aplausos de miles de valencianos que, emocionados, enmudecían las protestas de algunos representantes de la televisión pública. En los alrededores de la Catedral de Valencia se empezaba a notar más la afluencia de gente que, tras la entrada de la comitiva, se adentró en el edficio para asistir a la ceremonia del Te Deum. Fue breve, pero muy emotiva.

El viaje aún no había terminado. La Senyera salió de la Catedral en dirección a la Plaza del Parterre. Este segundo tramo, esta vez con mucha más gente, tuvo momentos en los que los aplausos eran los protagonistas. Unos metros antes de llegar a la plaza, un grupo minoritario de personas supuso el único lunar en el paseo de la bandera de la Comunitat, creando tensión en el ambiente mientras insultaban a la comitiva y lanzaban papeles. Afortunadamente, la cosa no fue a mayores con este reducido grupo de individuos.

Tras este pequeño altercado, llegó el momento más emotivo de la jornada valenciana: Rita Barberá y Alberto Fabra depositaron a los pies del monumento de Jaume I un ramo de flores. Tras la ofrenda, en una plaza a rebosar, miembros políticos, la corte fallera y cientos y cientos de valencianos entonaron el himno regional e hicieron que más de uno acabase con la piel de gallina. Acto seguido se interpretó el himno nacional, silbado por unos pocos cuyas protestas fueron ahogadas por el ensordecedor aplauso del resto de asistentes.

De ahí, la Senyera se dirigió de nuevo hacia la Plaza del Ayuntamiento, que la recibió mucho más colorida que al inicio del recorrido. Ya era hora de volver al balcón y como horas antes, acompañada por el himno nacional y el sonido de algunos “masclets”, la bandera regresó a su sitio privilegiado, a su atalaya desde donde sirve como guardiana de toda la capital del Turia.

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