Y de repente, un café

 

 

Es sencillo de explicar pero no fácil de comprender. Porque vamos deprisa, vivimos con urgencia y pasamos pisando. Parar, respirar y pasear a veces parece que es cosa de ‘otros’. Disfrutar de una charla casual y tranquila a la sombra de un árbol, en un parque o una calle cualquiera de la ciudad, con un desconocido es, cuanto menos, impensable. Sin embargo, estos chicos lo han vuelto a hacer: ‘Desayuno con Viandantes’ ha tirado de redes sociales y ha logrado que más de 150 personas se presenten taza en mano el día D a la hora H.

La plaza de Patraix ha sido el escenario de la primera cita después del verano. La número 42 desde que siete amigos decidieran improvisar un experimento, allá por noviembre de 2008. El tercer sábado de cada mes se celebra un desayuno a mitad de mañana que se prolonga hasta casi la hora de comer. Aquí no hay prisas. Solo café, zumo, repostería casera, ganas de departir y buen rollo. 

No son un grupo ni una plataforma. No tienen lemas ni eslóganes. No buscan nada ni pretenden. Son ciudadanos, tienen ideas y tan solo encuentran. Con cientos de razones y motivos personales o sociales, ‘Desayuno con Viandantes’ atrae a conocidos y desconocidos, a quienes esperan la convocatoria con ansiedad y a quienes de casualidad durante un paseo se encuentran con el ‘tinglado’. Se trata de una reunión abierta a todo tipo de personas, ideologías y público en una alternativa de ocio diurno. 

Con solo un paseo se escucha hablar de iniciativas laborales, de nuevos encuentros, de espacios por visitar, el clima, política o el nuevo ingrediente secreto con el que alguien ha querido sorprender en esa ‘coca de tota la vida’. En torno a mesas que todos ayudan a colocar y recoger, se generan flujos de conversación, socialización y ensoñación. Y a los ojos del caminante parece un oasis de civismo que aprovecha la calle y le da un nuevo uso, el que nunca debió de perder de vista. 

«La idea es construir un espacio público a partir del uso que se da de él. La utilización efímera de un lugar, le da sentido». Así explicaba a VLC News una de las mentes pensantes tras esta iniciativa, David Estal, arquitecto de profesión. «No es un desayuno popular. Es un encuentro en el que hay construcción e implicación» y todo a base de ciudadanos. Una prueba -demuestran- de que la calle se puede mover, opinar y participar y de que la ciudad, al fin y al cabo, se hace de gente. 

«Es que si pudiera elegir un día, un plan de los que haya hecho, algo que haya vivido, sería uno de estos desayunos». Con contundencia y una taza blanca Pilar explicaba la carga de vida que le supone participar de estos desayunos. Fiel desde casi los primeros y aportando siempre té a la cita, comentó haber llevado a pareja, familiares, amigos… «porque es algo que puedes dar a conocer a cuantos quieres y de lo que cualquiera puede participar y sentirse parte», dijo.

A su lado, Susana, primeriza y asombrada del movimiento: «es la primera vez que vengo, pero repito seguro». A eso precisamente le animó Carmen, experta ya en aportar bocadillos salados, quien no solo aseguró haber conocido nuevos rincones de la ciudad para ella sino a gente muy interesante. Celia, otra veterana, aseguró que «no habría podido visitar y descubrir ni en sueños lugares donde he estado con esta gente. Esto es una oportunidad única de de reivindicar la calle».

Próximo destino, muy pocos lo saben. Se anuncia de una semana para otra, pero ya hay enclaves barajados y cerrados. De lo que no cabe duda es que el factor sorpresa estará pese a la simplicidad del concepto, alrededor de cuatro mesas allá donde sea. Han visitado bunkers, monumentos, plazas, parques, calles… Y así lo replican otros intrépidos ya en Madrid, Valladolid, Santiago y hasta en Bogotá a partir de este enfoque valenciano. Los llamados ‘Permanent breakfast’ alrededor del mundo.

 

 

 

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