Bravo, doña Gabriela

El bochornoso espectáculo de Rita Barberá esquivando dar explicaciones

Bochornoso es el espectáculo ofrecido ayer por la exalcaldesa de Valencia y actual senadora territorial del PP, Rita Barberá. El plantón a los miembros de Les Corts Valencianes de la primera edil que decidía hasta las flores del puente y que, ahora, sorprendentemente, no sabe lo que ocurría en su propia casa, deja entrever que hay mucho que ocultar en lo que respecta a la pieza judicial separada de Imelsa, en la que, como todos saben, se investiga la presunta financiación ilegal del PP valenciano, a través de una trama de blanqueo de capitales en la sede de la calle Quart. Si no hubiera nada que esconder, es obvio que Barberá acudiría a la cámara de representantes de la Comunitat Valenciana sin problema alguno. Quien nada tiene que tapar, nada debe temer a las preguntas que puedan hacerle los electos del resto de partidos.

Nos duele la vergüenza que deben estar pasando los 800.000 militantes del PP a los que Barberá está dejando a la altura del betún de los zapatos de los que un día fueron oposición. Por respeto a todos ellos, que la exalcaldesa dimita, que se aparte, que renuncie a su cargo como senadora y a los privilegios inhertes a su puesto. Si todos los focos apuntan a ella, mientras tanto, la mejor manera de salvaguardar su honor es dando una lección de compañerismo y humildad a todos los críticos con su persona y su labor de gobierno de 24 años. Todo lo que no sea eso, estará perjudicando, en primer lugar, a su partido como marca y, por supuesto, a su figura política. Pero también mancha el buen hacer de muchos cargos bajos, medios y altos del PP, que madrugan cada día para dar soluciones a una ciudadanía desafecta y desanimada por el goteo de casos de corrupción que, en esta comunidad autónoma, tienen nombre y apellidos.

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