Bravo, doña Gabriela

El presidente Puig y el vaso de agua medio vacío

Decía ayer en su visita a Requena el presidente Puig que defiende a nuestros regantes (los valencianos) pero sin atacar a los manchegos y da la impresión que en este, como en otros asuntos, el molt honorable se queda muy corto y nada afilado en la defensa de los intereses valencianos. Parece lógico que el de Morella haya decidido adoptar un “talante” de perfil bajo para no ser acusado de entrar como un elefante en una cacharrería, pero hay cosas que son inadmisibles. Y el caso del agua es uno de ellos. A causa del histórico chalaneo que se han traído a costa del agua los dos grandes partidos españoles y alguno más (sobre todo la extinta CiU), nos encontramos con un problema de Estado irresoluto que procura una evidente guerra entre CCAA. El Consell ha sido elegido para representar y defender los intereses valencianos y si eso significa enfrentarse a compañeros de partido de otras CCAA, como es el caso de Castilla la Mancha, debe anteponer los intereses de los valencianos a los de partido.

Nuestros regantes llevan tiempo denunciando la existencia de pozos ilegales que reducen el caudal del Xúquer a la llegada a nuestra Tierra (también lo recordó hace unos días la vicepresidenta Oltra) y esto se debe acabar. En este caso no se trata de agua para construcciones que destrozan nuestra costa y que su retorno económico es más que discutible, si no del perjuicio para un tejido social como la agricultura, que es la que siempre acaba pagando los platos rotos. Así que, señor Puig, sería deseable que pusiera el mismo énfasis que pone en exigir una financiación justa para los valencianos, plantarse y exigir que el Estado (el verdadero garante de un uso correcto de las cuencas hidrográficas) ponga freno a este expolio continuado sobre unos derechos de nuestros regantes que se remontan a época medieval. Recuerde, presidente Puig, que para hacer una tortilla hay que romper huevos.

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