Mónica Oltra utiliza un doble rasero para medir la pureza de las acciones políticas del Consell. Igual que criticó el nombramiento de Alberto Hernández Campa, marido de la consellera de Sanidad, Carmen Montón, como director gerente de EGEVASA, del mismo modo debiera hacerlo con el enchufe de la pareja del alcalde de Valencia, Joan Ribó, en la Conselleria de Educación. Una conselleria encabezada por un conseller de Compromís, Vicent Marzá. Pero no, no lo hace. En el caso de Ribó su actitud es de defensa del nombramiento. No nos gusta el doble rasero que se emplea. Lo de Ribó «sí que es estético».
Ese tipo de defensa sin fundamento, ese rol de abogado del diablo tampoco debiera ser adjudicado a Oltra por parte de su partido. Que salgan voces de defensa desde la misma formación es algo casi inevitable, pero que se produzca de la boca de Oltra y en calidad de vicepresidenta de todos los valencianos es una burla de sus asesores de comunicación. Si no defendió a Montón, que no lo haga con Ribó. O es que va a resultar que en el nuevo Consell cuando vienen mal dadas es un “sálvese quien pueda”.
Si algo se echa en falta en la política ‘post15M’ es, precisamente, que se actúe diferente a lo conocido de manera previa. Y sí: se hacen cabalgatas de reinas magas rememorando los años de guerra, se cierran establecimientos los domingos (bueno, algunos sí y otros no), se realizan los presupuestos de manera más consensuada y se desvían hacia lo social, se busca a la desesperada una reapertura de RTVV, pero… ¿las conductas del tipo amiguismo, enchufismo o clientelismo han variado en estos meses?
Si no son capaces de argumentar el porqué de la existencia de los puestos de confianza, que no siempre son atribuidos de manera tan gratuíta, ni tampoco son capaces de legislar para marcar los límites de lo que distingue a una mala práctica de una pasable, que no utilicen un doble rasero discursivo. A problemas, soluciones, no incoherencias.
Señora Oltra: la mujer del César tiene que serlo y parecerlo; y la de Ribó también.