Mejor, callada

El consejo no encierra novedad alguna; el saber popular siempre aseguró que en boca cerrada no entran moscas. La referencia bordea la asquerosidad, pero son muchos los que tienen incontinencia verbal y, de ellos, algunos tienen la prudencia de poner en práctica el consejo, pero otros se empecinan en dejarse oír y en oírse.

Frente al viejo aforismo británico de “no news, good news”, hay quien se empeña en ser noticia, sin importar si para bien o para mal. Para estos personajes, no ser noticia, aunque sea para mal, es tanto como no ser, como no existir, como estar excluido, de aquí ese no vivir para aparecer en los papeles, en las ondas o en las pantallas.

Alguien que debe estar en esa situación, a juzgar por su locuacidad, es la Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional, señora Christine Lagarde. La omnipresencia mediática, pese a mi opinión, debe tener buenos resultados pues, la actual Directora Gerente del FMI, ha sido por tres veces Ministra del Gobierno francés en otras tantas carteras ministeriales del país galo.

¿A qué viene todo esto? Pues, que le está ocurriendo lo que también es habitual en las actuaciones protagonizadas por políticos, que viven de estar en el candelero, no estando dispuestos a bajarse de él. Y desde esa posición, en uso de lo que podríamos llamar la Gracia de Estado, se sienten autorizados para, revestidos de la arrogancia que caracteriza a ese estado, vaticinar, enjuiciar, valorar, exhortar o amenazar, las actividades o las situaciones de una determinada nación o de un pueblo.

Los vaticinios y juicios, que hoy anuncian una catástrofe, se siguen de los que mañana cantarán las excelencias de aquellos pueblos y gobiernos, mostrándoles “ad perpetuam memoriam”, como ejemplo de lo que se debe hacer y como evidencia de los frutos de su esfuerzo. Y lo digo en este momento en que, hace apenas unos días, se ha manifestado dando vítores a España y a Italia por cómo han conseguido alcanzar una situación presente, casi igual a la existente en el momento de precrisis.

Estarán ustedes conmigo en qué falta hace que la señora Lagarde haga semejante apología, más aún, cuando poco tiempo atrás, describía la situación apocalíptica de la economía española. Los españoles, además, nos preguntamos, qué tiene de común la situación actual con la de los años 2006 o 2007. En nada se parecen el sector exterior, el desempleo o la deuda pública, entre ayer y hoy.

Por ello, me pregunto ¿no estaría mejor callada?

José T. Raga

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