Tras una penosa enfermedad provocada por la obsolescencia programada esta semana
ha fallecido mi teléfono. Ha sido una corta agonía, porque hasta los últimos días ha
conseguido mantener sus constantes vitales y continuar prestando los servicios que lo
trajeron a este mundo. Pero hace cinco días empezó a perder la razón y hacía cosas sin
sentido. Llamaba a teléfonos no marcados, borraba archivos y, sobre todo, confundía los
destinatarios del WhatsApp, con el riesgo que ello supone.
Durante años lo he cuidado y alimentado con una buena ración de electricidad y un mejor
servicio de telefonía. Y la verdad es que nunca me ha fallado. Por eso esta ha sido una
semana horrorosa. No se vivir sin él. Era mucho tiempo juntos compartiendo penas y
alegrías, citas, olvidos, excusas. Aún recuerdo aquellos 400 euros que me costó en su
tiempo. ¡¡Que caro me pareció entonces y que barato comparado con los sucesores que
estoy revisando!
¿Y ahora qué hago? Llevo una semana atontado. Salgo de casa con las llaves y la cartera
y noto que me falta algo. Y como él recordaba mis citas y mis números de teléfono no se
ni a dónde tengo que ir cada día ni a quién llamar. Mi mujer me dice : ¡¡No me llamas en
todo el día!! ¡Pero es que no se su teléfono. Todo lo sabía mi amigo del alma ahora
muerto. Sabía el teléfono de mi mujer y otros más secretos…
Los del poker de los miércoles habrán quedado y yo no me he podido enterar dónde era.
Ni a ver el partido, porque no puedo llamar al del bar para preguntar. !No se su teléfono! Y
mi hija ha perdido su entrada a un concierto de música que yo tenía grabada en ….No
tengo ni las claves del banco, que tenía medio camufladas en un correo. Ya no puedo ni
seguir escuchando el Spotify. Voy por el mundo de cabina en cabina.
¡Amigo! ¡Cuanto voy a sufrir tu muerte! ¿Cómo juego al Candy? ¿Cómo entretendré las
esperas en el médico? ¿Y en el Metro? En dos días parezco un zombie. Seguro que el
revisor me parará porque soy el único pasajero que no está mirando su móvil. He
intentado hablar con otro pasajero y me ha mirado con cara de asco mientras volvía su
atención al smart. Me meto la mano en el bolsillo como las cien veces que lo hacía para
ver Facebook pero ahora sale vacía. ¡Mi teléfono ha muerto! ¡No se qué hacer en la vida!!
¡Me falta el alma!! Ya no puedo mandar ni un Me Gusta!! ¡Que depresión!!
No me llaman de Vodafone y Orange para proponerme una infidelidad. ¿Y cómo me
pueden localizar Mariano, Pedro, Pablo o la Botín si quieren algo de mi? Cruzo las calles
y tengo que mirar las cosas y las gentes porque no tengo mi móvil para whasapear
mientras camino. Y en el ascensor me he descubierto hablando con un avecina. ¡¡Y ayer
noche tuve que mirar la tele mientras mi mujer y mis hijas le daban a los botones!! ¡Que
horror!!
Pero me ha asaltado otra inmensa hecatombe. ¡Tengo que decidir qué teléfono comprar!!
Llevo tres días de duelo y hay que volver a la vida. Empiezo a mirar marcas, modelos y
precios. ¡La hostia! ¡Esto es una locura! Mi hija me aconseja un Samsung, pero me
parece muy grande. Y es que ella se lo mete en bolso y ya está. Mi mujer dice que me
gaste poco dinero. Y un par de amigos me hablan de una tablet donde el porno y los
partidos se ven bien. Empiezo a brujulear por internet. Ofertas hay muchas, pero cuando
entro en el detalle nada de nada. Al final me cuesta lo mismo sea cuál sea la combinación
financiera.
Me voy a ver tiendas. Los del Corte Inglés son muy amables y te explican todo. En Apple
te ponen el Iphone como si fuera el Mesias de tus penas. Las tiendas de la manzana
parecen una juguetería: ¡te lo llevarías todo! Y la verdad, en las tiendas al uso me hacen
poco caso. Están abarrotadas. ¿Por qué no me habré montado un negocio de estos? Las
dudas me corroen. Esto es peor que elegir mujer para toda la vida .Los más caros me
atraen como un imán. Y los más baratos me hacen sentir vulgar, como si yo fuera a
pasear el teléfono por las pasarelas. Mientras tanto pasan los días y sigo sin teléfono.
Tengo que tomar una decisión. Y después de ahogar mis penas con unas copas de Santa
Rosa tomo la decisión más trascendental de mi vida: ¿Y si me compro una libreta??