Bravo, doña Gabriela

Ocio nocturno y descanso vecinal, el eterno problema

A partir de la toma de posesión de los nuevos responsables de seguridad ciudadana de los gobiernos locales emanados del 24M, la mayoría de ellos se han tirado a la calle, dicen, para conocer la situación de primera mano. De hecho, la teniente de alcalde y responsable de Seguridad ciudadana del Ayuntamiento de Valencia, Sandra Gómez, estuvo hace un par de noches patrullando en el turno nocturno con unidades de la policía municipal porque según decía la munícipe «para entender el problema hay que vivirlo sobre el terreno». Hacen bien en intentar estar al tanto de lo que pasa en las calles, aunque, afortunadamente y en general, no tenemos grandes problemas de delincuencia en nuestras calles.

Tal vez, los problemas se ocasionan al intentar conciliar el ocio nocturno con el descanso vecinal. Por una parte tenemos el sector de la restauración y ocio que en grandes poblaciones o localidades turísticas suponen un importante número de puestos de trabajo y la generación directa e indirecta de riqueza, y por otra el derecho al descanso de los vecinos. Claro, que atender las reivindicaciones de los unos o los otros, demasiado encontradas, puede significar el perjuicio directo del otro. Pero el problema es creciente en el Raval de Elche, en la zona de tascas de Castellón, el barrio antiguo o el Postiguet de Alicante o en el Carmen o Ruzafa en el Cap i casal y la solución nunca podrá ser impuesta. El consenso entre las partes implicadas, arbitrado por los ayuntamientos, es la única salida; por supuesto teniendo en cuenta unas premisas indiscutibles: como decíamos, el derecho al descanso, pero también al ocio, el control de la peligrosa mezcla de juventud y drogas o alcohol, alternativas de diversión que sean apetecibles para los jóvenes (la ocurrencia de talleres de corte y confección a las 3 de la madrugada que pusieron en marcha algunos ayuntamientos se saldaron con un rotundo fracaso), el sentido común de los fumadores (en ciudades como Londres incluso están señalizadas las fachadas habilitadas para estos usos), etc. El sector de la restauración y los establecimientos de ocio no son los únicos implicados. A estos, deberíamos sumar los locales de asociaciones culturales -muchas de ellas a su vez relacionadas con fiestas tradicionales: moros y cristianos, gayatas, fallas, hogueras…- que organizan reuniones semanales y que también deben contribuir a la paz en la noche valenciana.

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