Radiografía de un país

Como ciudadana,  tomo las teclas como arma y me dispongo a escribir una a una las cosas que me preocupan, las experiencias del día a día del pueblo venezolano, me hacen pensar que el vivir en este país, es una travesía absoluta.

Empieza el día y veo como el tomar un bus resulta realmente frustrante, pasar media hora o incluso un poco mas para que el conductor pase por la zona, y al hacer su parada se escucha el grito ¡ A ver gente, denle pa’ atrás que todavía caben!; la gente se queja, murmura y grita insolencias, son sardinas en lata vivientes, el sol inclemente hace de las suyas, pero la gente aguanta porque tienen que llegar a un destino.

Llegan a sus trabajos con ganas de salir adelante, llega la hora del almuerzo y muchos aprovechan el “break” – corren al supermercado más cercano, buscando la cola aparentemente mas corta para poder comprar los artículos de primera necesidad que encuentren.

Buscan los tesoros preciados y vitales, artículos como la leche y la harina para hacer la mejor comida del mundo: la tradicional  Arepa, esperanzados no solo a que les de tiempo de comprar el artículo sino también a que al entrar al local, los anaqueles todavía tengan el producto.

Los estudiantes viven momentos desesperantes al ver como los bolsillos de sus padres se convierten en huecos sin fondos porque el sueldo no alcanza, tanto los que están en nivel básico y universitario requiere de muchos materiales, unos no se consiguen y otros simplemente tienen precios exorbitantes.

Los jovencitos empiezan a olvidarse de ir al cine, o a cualquier otro lugar de esparcimiento como lo hacían regularmente, ahora una vez al mes es lo más probable porque cada día cuesta mas ir de Shopping.

La ausencia de los taxis, muchas calles oscuras hacen que todos nos guardemos en nuestras casas por miedo a la inseguridad que nos invade.

Es preocupante el escuchar historias tan dolorosas como esta: Ayer atracaron a mi cuñada y por no dar su vehículo le dispararon en la espalda, la bala se alojo en la médula, y no volverá a caminar, el valor de la vida se hace menos a diario.

La paranoia ya es parte de  nuestra vida, se adueña de ella, ni en nuestras casas nos sentimos seguros, nuestro mayor temor es ser victimas del hampa organizada y que nuestra vida se apague.

El día a día del Venezolano se transforma en una formula entre: Salir de nuestras casas + hacer colas + rezar en el camino = Pedirle a Dios llegar a salvo.

Mi país esta pasando por momentos difíciles, que duelen en el alma, pero la persistencia y la lucha por mejorar ante tanto caos nos hacen seguir de pie, esta es la historia de todo y cada uno de los ciudadanos que conformamos un país de gente noble.

Un hermoso país nos necesita, nuestra mayor muestra de amor hacia el es no dejarnos vencer por las adversidades que hoy nos sumergen en la desesperación, llegará ese momento en el que todos los ciudadanos estrechemos nuestras manos al cielo y digamos orgullosamente SOMOS VENEZOLANOS.

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