Bravo, doña Gabriela

Robert Sarver o la metáfora del meninfotisme valenciano

Ya se han reunido los patronos de la Fundación Cent Anys, propietaria mayoritaria de las acciones del Levante UD (acumula el 70% de las mismas) y Robert Sarver, el pretendiente a adquirir esta mayoría accionarial. Parece que el estadounidense convenció a los patronos que salían encantados de la reunión. Con el trámite de una asamblea que ratifique o no esta venta y que los dirigentes del centenario club valentino han decidido convertir en preceptivo, todo parece indicar que los valencianos perderemos otros activo más, y van… Aun sin respuestas para preguntas como ¿por qué la venta ahora que el club está más o menos saneado?, ¿se trata del último pelotazo como escribía Felip Bens? o, si se desea que el Levante UD opte a una plaza europea cada temporada ¿por qué no hace una buena aportación económica el empresario y accionista del club Vicente Boluda que no tuvo ningún problema en presidir el Real Madrid? La situación nos parece toda una metáfora del meninfotisme valenciano. Sin una palabra que de una traducción exacta al castellano, la podríamos definir como la cualidad de una persona que se despreocupa por lo propio. Y nos guste o no, asumámoslo, el meninfotisme sí es una clara seña de identidad de los valencianos, la despreocupación por lo nuestro es ya alarmante.

El otro club de la ciudad, el Valencia CF, por estas fechas ahora hace un año también transitaba la senda de los granotas y sí, sigue siendo un sentimiento de todos los valencianos, pero la realidad es que el club de Mestalla ya no es de propiedad de los valencianos. Por inoperancia propia. Como tampoco lo es ya la antigua Caja de Ahorros de Valencia (luego Bancaja), ni el Banco de Valencia, ni la CAM, entre muchos más casos. No se trata de “testiculina”, se trata de orgullo y amor por lo propio, no todo lo contrario. Algunos dicen que el meninfotisme valenciano viene de antiguo, de la Guerra de Sucesión, allá por el siglo XVIII, como mecanismo de supervivencia a la fea realidad que por aquel tiempo nos rodeaba. Como nos descuidemos, llegará un día en que ya no quede nada por lo que sobrevivir, nada que se pueda adjetivar como valenciano.

Ir arriba