Semáforos paritarios, sexistas y no prioritarios. Es cierto que en materia de igualdad la sociedad tiene que avanzar mucho más y el poder político tiene mucho que ver en ese impulso, tras años y años de mirar hacia otro lado. No podemos amanecer en este Día Internacional de la Mujer con un ánimo de celebración, sino de reivindicación. Pero hay ciertas medidas que parece que van encaminadas a lavar la cara de las administraciones, que siguen sin abordar el tema de raíz y, las pocas que intentan atajarlo efectivamente, lo hacen sin una inversión justa y proporcionada a la envergadura del problema. Como si no entendieran de qué va el tema o no quisieran que se resolviera en realidad.
La simbología desigualitaria, la que entraña un machismo dominante, es importante eliminarla y sustituirla por una simbología que refleje la realidad, que está cambiando, y que no siga transmitiendo gráficamente una serie de cánones. Pero siempre la urgencia debe poder más en la decisión de un gobernante que la resolución de lo estructural, que debe aparecer en la escala de prioridades como un continuo que debe resolverse progresivamente. Curar la herida o prevenirla es un aspecto a solucionar antes de tratar la infección derivada de la misma, que puede alargarse en el tiempo y que requiere de varios procesos de adaptación del cuerpo al tratamiento antibiótico. Pero poner un tratamiento fuerte para visibilizar que se está actuando, sin abordar el problema inmediato, es propaganda populista.
Eso parece que no ha sido bien interpretado por el Equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Valencia, encabezado por el Ilustrísimo Joan Ribó, que ha preferido invertir en “visibilizar” a las mujeres en los iconos de los semáforos a invertir la cuantía para mejoras en pisos tutelados, el incremento de la formación de agentes de policía en materia de Igualdad y para la protección de las víctimas, el desarrollo efectivo del Plan de Igualdad de Oportunidades. Visibilizar, por cierto, un arquetipo de mujer erróneo, pues no olvidemos que el icono universal las mujeres, representadas con una falda y melena, también entraña un significado sexista.