Fue una imagen mental de campeonato. No había entrado la pelota todavía, y mi mente viajó atrás en el tiempo doce años: escenario idéntico, rival diferente, importancia imposible de comparar. Más allá de todo esto, el golpeo fue calcado. Desde las primeras filas de la tribuna de Mestalla, Rubén Baraja observó como Dani Parejo replicaba casi a la perfección un gol que pasó a la historia del Valencia ante el Espanyol, aquella noche de 2002.
La derrota ante el Villarreal B (2-1) fue otro duro golpe para las aspiraciones del Valencia Mestalla de aferrarse a la permanencia en el Grupo III de Segunda División B. Rufete y sus colaboradores insisten en que la plantilla tiene fundamentos para conseguir triunfos y que creen en lo que hacen. Sin embargo, las cosas no están saliendo bien en los últimos meses. Por eso, la posibilidad de un cambio en el banquillo es real, palpable y está cerca de producirse.
Rufete y su equipo de trabajo entraron en la Ciudad Deportiva ‘arrasando’ con todo, con la firme intención de modernizar la Ciudad Deportiva de Paterna pero no sólo en lo referente a las instalaciones.
Después del partido en Villarreal, al Valencia Mestalla tan sólo le restarán cinco encuentros para finalizar el campeonato en Segunda División B, pero a día de hoy nadie puede asegurar que vaya a ser con Nico Estévez sentado en su banquillo.
El gran trabajo realizado durante toda la temporada en el Juvenil A del Valencia CF tuvo su recompensa este miércoles, cuando se concretó la victoria matemática del conjunto dirigido por Rubén Baraja en la Liga del Grupo VII de División de Honor. El empate a cero ante el Villarreal en el partido aplazado de la jornada 28 permitió a los valencianistas conquistar el torneo a falta de la disputa de dos partidos.
El valencianismo ya tiene motivos para celebrar, sólo tiene que mirar un poco más abajo del primer equipo y el filial, decepcionantes hasta la fecha, y centrarse en el espectacular Juvenil A que entrena Rubén ‘Pipo’ Baraja. Este miércoles, estas jóvenes perlas blanquinegras sellaron el título de Liga con un empate frente al Villarreal, recuperando la hegemonía en el grupo de División de Honor por delante del Levante, el vecino de la ciudad.