columna

¿Un nuevo pabellón? ¿Y qué pasa con la afición?

A vueltas con las renovadas (y cíclicas) noticias sobre la hipotética construcción de un nuevo pabellón multiusos en la ciudad de Valencia, y ahora que parece que -de verdad- se ha empezado a hablar con el Ayuntamiento, creo sinceramente que nadie ha tenido en cuenta un detalle: el Valencia Basket, por muy profesional que quiera creerse en algunas parcelas, sigue siendo un equipo de barrio, vinculado a un barrio que siempre le ha apoyado y que difícilmente se trasladaría en masa a otra ubicación geográfica para seguir al que consideran como SU club.

Sevilla encarrila, Valencia decide

El Valencia se juega en Sevilla buena parte de sus aspiraciones de clasificarse para su octava final europea. Pese a que la UEFA ha decidido omitir por decreto la desaparecida Copa de Ferias de su palmarés siguiendo un criterio tan absurdo como dudoso, y sin incluir en el cómputo anterior las Supercopas o las Intertotos conquistadas, los valencianistas están muy cerca de entrar, diez años después, en la disputa de un título continental.

Personalismos aparte

El jueves es el día. Pasado mañana el Valencia puede comenzar a darle un alegrón a su gente o puede empezar a buscar la goma de borrar para anular cualquier vestigio de recuerdo sobre la faceta deportiva de esta campaña. Porque excepto la eclosión de Paco Alcácer, la llegada definitiva de Bernat al fútbol de élite y la asunción de Dani Parejo de un rol principal sobre el terreno de juego, poco más habrá que llevarse a la boca si no consigue el pase a la final de la Europa League.

Palop: una leyenda, un amigo

Se marcha un grande. Ayer Andrés Palop comunicó su intención de “colgar los guantes” una vez finalice la presente temporada. A buen seguro que a muchos les habrá venido a la memoria el gol que marcó en el último minuto ante el Shakhtar en la UEFA. El portero que supo qué se siente al marcar un gol y celebrarlo.

Sevilla como principio y fin

Quizá se deba a la alergia, a las mariposas primaverales o simplemente a alguna copa de más, pero en los meses de abril me da siempre por divagar mentalmente e imaginar escenarios hipotéticos, posibles pasados, presentes y futuros alternativos y volar a través de ellos sin las ataduras de la cruda realidad. A menudo esta temporada se ha planteado la cuestión en conversaciones informales: ¿qué hubiese sido de este equipo de haber ganado en Sevilla el 2 de junio de 2013?

«Muy del Valencia»: dos horas en la cola de Mestalla

«Hay que ser muy del Valencia». Un aficionado sonríe mientras tomamos varias instantáneas de la cola de setenta metros que se prolonga en paralelo a la fachada de Mestalla. Nuestro amigo sonríe mientras a su lado, su colega se ajusta la gorra, se recoloca las gafas de sol y se recuesta en su silla de playa. Hace calor y el sol aprieta. Aún queda un largo rato por delante.

Tiempo de privanza y reivindicación

De la euforia impredecible al apagón de los focos más absoluto. Del cielo a la tierra pasando por lágrimas de victoria y desesperación por la vuelta a una realidad que obliga a mantener los pies en el suelo. Cuatro jornadas de Liga BBVA le quedan al Valencia CF. Un abanico de fechas de puro trámite, de mantener una cierta regularidad para conservar una cierta estabilidad mental y anímica. Nada más allá.

¡Vaya par de talentos!

Una interesante pareja de futbolistas se vislumbra en el horizonte valencianista. La progresión que ha han protagonizado en los últimos tiempos constituye una de las mejores noticias recibidas por el valencianismo en una época repleta de problemas y tensiones. Ambos son de la tierra, se han criado en Paterna y han crecido juntos. Paco Alcácer y Juan Bernat, amigos y residentes en Mestalla, son de esos futbolistas que sienten en lo más hondo los colores y que pertenecen al selecto grupo de los elegidos que ha visto cumplido el sueño de sus vidas. En el camino se han quedado muchos aspirantes.

Del secuestro a la liberación

Hay que ver las vueltas que da la vida, debió pensar más de uno cuando la adrenalina dejó el jueves a eso de las once y media de la noche un mínimo resquicio a la razón en medio de la locura colectiva más justificada que un servidor recuerda. El Valencia CF pasó en poco más de 24 horas de verse envuelto en otro episodio de vergüenza ajena, (un secuestro de opereta, o un caso de Mortadelo y Filemón si lo prefieren), a una noche mágica. De esas en las que sólo el fútbol, porque la pelota no ensucia a los sentimientos y determinados personajes sí, es capaz de cambiar la ignominia por las lágrimas de felicidad.

De Valladolid a Coslada

Fue una imagen mental de campeonato. No había entrado la pelota todavía, y mi mente viajó atrás en el tiempo doce años: escenario idéntico, rival diferente, importancia imposible de comparar. Más allá de todo esto, el golpeo fue calcado. Desde las primeras filas de la tribuna de Mestalla, Rubén Baraja observó como Dani Parejo replicaba casi a la perfección un gol que pasó a la historia del Valencia ante el Espanyol, aquella noche de 2002.

Mestalla siempre está

Sin palabras. Lo que se vivió el jueves en Mestalla fue increíble y no hay palabra que defina lo que pudimos sentir los valencianistas. Pasarán los años y seguiremos recordando el partido como una de las mayores hazañas en la historia ché. Este encuentro ya entró dentro de los grandes partidos blanquinegros, como la final en la Cartuja del 3-0 contra el Atleti, la remontada en la segunda parte en el Camp Nou hasta el 3-4 o tantos otros, como aquel 6-0 que le endosamos al Madrid en Copa del Rey.

Nos lo habían robado

La explosión de júbilo pasadas las once y media de la noche en una velada primaveral en la capital del Turia vino a simbolizar una liberación total, el éxtasis de un pueblo adormecido durante años. El Valencia se metió en las semifinales de una competición continental, y lo hizo con solera y brillantez, sí, pero también con sufrimiento y esfuerzo inagotable.

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