Benicàssim: mucho que aprender

Error mío, sin duda alguna, me había preocupado muy poco del FIB de Benicàssim. Cosas de jóvenes que duermen en la playa, me decía. Pero este año, por lo que sea, me ha picado la curiosidad, he buscado entre los cientos de miles de referencias que hay en la red y me he dado cuenta de que el asunto es de gran importancia: un gran negocio al que quizá le damos poca relevancia. Todo menos un juego de niños.

Estamos casi siempre en lo de siempre: que si Rajoy debe comparecer o no, que si Bárcenas duerme mal y no tiene puros en la cárcel, que si Rubalcaba debe convocar primarias o secundarias… Y mientras tanto, en nuestras narices, pasan cosas de una extraordinaria importancia, de una repercusión internacional, que son las que los periodistas deberíamos desmenuzar, seguir, desentrañar para tomar nota, corregir tendencias y aprender.

Una de ellas es el FIB, el Festival Internacional de Benicàssim, que acaba de reunir, durante cuatro días, en el famoso kilómetro 986 de la N-340 a más de 130.000 visitantes. Que han pagado entradas que van desde los 325 euros (precio de un abono completo en categoría ViP) hasta los 163 euros (abono normal de cuatro días) o 120 euros (dos días)

Basta entrar en su página web para que todo el que piense en una concentración de melenudos se quede anonadado. Por más que nunca hayamos oído ni una sola copla de las que cantan, traer hasta Benicàssim bandas como las que actúan allí cuesta mucho esfuerzo, mucha mano y mucho dinero. De modo que estamos ante una organización grandiosa, que desde hace 19 años –en 2014 cumplirá 20 ediciones– pone en pie un empresario británico del espectáculo, Vince Power, que en su país lleva una respetabilísima trayectoria desde hace al menos tres décadas.

Sin embargo, el propietario y director de Mara World, una empresa tan importante en su especialidad como la de Bernie Ecclestone en las carreras de coches, ni le hemos visto apenas la cara, ni se le ha hecho una entrevista larga, formal y seria en la televisión autonómica, ni ha sostenido un necesario diálogo no ya con la concejala de Turismo de Benicàssim sino con el conseller Máximo Buch.

¿Qué piensa ese hombre, qué proyectos tiene, qué encuentran sus jóvenes clientes en este pedazo de costa valenciana? ¿Por qué se dan cita aquí y no en Liguria o en Croacia? Sabemos por internet que su empresa –que, oído al parche, cotiza en el mercado bursátil secundario—pasó dificultades este invierno. Pero también podemos comprobar que el tío dijo octubre pasado que habría FIB entre el 19 y el 21 de julio y lo ha habido, pese a los grandes temores publicados en la prensa.

¿Ha sido ese tam-tam del miedo el que le ha dado este año la clientela que podía faltarle? Pues a lo mejor… Aunque, en todo caso, saludemos su audacia a la hora de vender. Y sobre todo, aprendamos, en este mundo globalizado, a hacer eventos para jóvenes donde, que se sepa, no ha habido tumultos ni reyertas, nadie se ha descalabrado y todo ha discurrido civilizadamente… desde luego con el concurso de los servicios de seguridad, urgencias, médicos y bomberos, que pagamos con dinero público valenciano.

Aprender. Si en buena medida hemos de vivir del turismo, hemos de aprender, perfeccionar los servicios que damos y secundar las ideas que dan buen rendimiento. Hablemos cuanto antes con Vince Power, que lleva 19 años pasando por aquí como un desconocido, y que nos explique cómo consigue traer desde Inglaterra a no menos de 20.000 personas. Averigüemos, en efecto, cómo monta los vuelos baratos, cómo vende paquetes combinados de conciertos, estacionamiento y camping. Veamos cómo van los servicios de consigna de equipaje y los de restauración. Aprendamos a montar y desmontar duchas y a ofrecer en la red servicios de autobuses que enlazan el FIB con los aeropuertos Manises, El Altet, Barajas, Gerona y Reus. Y usemos esa baza para ver si de una vez nos viene a la vida el nonato aeropuerto de Castellón, pensado –si es que alguien lo pensó— para dar servicio básico a este festival y a Marina d’Or.

Porque incluso para acompañar el modelo más informal de pasar unas vacaciones se hace imprescindible la calidad, el rigor organizativo y la profesionalidad.  

F. P. PUCHE

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