Dos Calpes famosos, Gibraltar e Ifach

 

 

“Non Plus Ultra” decían los antiguos con temor. Los griegos y los fenicios, los cartagineses, se asomaban hasta el estrecho que separa los dos continentes y cierra por el Oeste el Mediterráneo. Más allá, toda navegación era insegura y peligrosa. Las leyendas de un mundo plano se unían a los temores de fauces y monstruos. Allí estaba, indudable, una de las Torres de Hércules, la montaña de Calpe que hoy llamamos Gibraltar.

El escudo de la actual ciudad de Gibraltar se compone de una torre-fortaleza, de la que cuelga una llave, y una banderola con el lema “Montis Insignia Calpe”. Los filólogos y etimólogos nos dicen que Calpe significa roca, promontorio, montaña, en griego. Kalpés es un nombre que alude a elevación y en el que muchos creen ver el sentido de las ciudades que empiezan su nombre por la partícula Cala: Calahorra, Calatayud, Calaceite…

Esos mismos expertos nos dirán que Gibraltar es un nombre árabe compuesto por dos palabras Gebel + Tarik. La montaña de Tarik, el capitán de los primeros invasores árabes, el que desembarcó en el siglo VIII bien cerca de la roca para iniciar una nueva época en nuestra historia. Así las cosas, Gibraltar fue, con el paso de los siglos, el nombre que recibió el Calpe del Sur, aunque ha quedado en el lema latino de su viejo escudo la alusión al Montis Calpe.

Qué curioso es comprobar que el escudo del Calpe alicantino es también una torre fortaleza de piedra, en este caso con dos flechas y un arco por encima. Calp, la roca valenciana, necesitaba diferenciarse de su gemela del sur. De modo que nos dicen los expertos que los fenicios echaron mano de una palabra, Ifach, que significa del norte o boreal. El Calpe del norte es Ifach y el del Sur, Gibraltar. El valenciano tiene 332 metros de altura y el andaluz 426 metros.

¿Es nuestro Ifach la segunda Columna que Hércules derribó? La lógica reclama que la segunda gran elevación esté al otro lado del Estrecho, en Marruecos. Por eso muchos la han situado en el Monte Hacho, que supera los seiscientos metros y es el promontorio más visible en las inmediaciones de Ceuta. Pero otros muchos quieren que ese otro referente de la antigüedad, ese hito de los viejos navegantes, sea nuestro Ifach.

En todo caso, la historia y la mitología antigua los ha unido para siempre. Hasta el punto de que no es posible responder a la pregunta ¿desde cuándo Gibraltar es español? Desde siempre, sin duda alguna. Desde que la primera nave griega llegó a comerciar a estas playas y se asomó a la temida puerta del Atlántico. Desde que se empezó a hablar del mito de una ciudad perdida que fue llamada Atlántida y de unas columnas que marcaban el punto desde el que se podía o no se podía navegar.

Formalmente, administrativamente, políticamente, los Reyes Católicos incorporan Gibraltar a sus reinos al tomar el de Granada, en el año 1492. España se configura en ese momento con varios reinos. Y es una forma de decirlo, Gibraltar “empieza a ser español”.

No mucho después, en los primeros años quinientos, Carlos I, el emperador, accede a la sugerencia de un consejero e incorpora a su escudo las dos columnas de Hércules. Que en el escudo constitucional actual se dibujan sobre aguas y coronadas, una con corona real y la otra con corona imperial. Unas columnas que llevan la cartela que el consejero sugirió: Plus Ultra. Es la negación de los temores viejos y de los mitos sin fundamento: es la afirmación de que se puede y se debe navegar más allá, sin temores. Porque la tierra es redonda y más allá hay tierras que de año en año se estaban haciendo más extensas a través de las noticias de los viajeros y conquistadores.

Dos Calpes, Gibraltar e Ifach. El que los ingleses tienen tomado desde 1704, el que se les atribuyó en 1713 en el tratado de Utrecht, ha vuelto a la actualidad por razones mucho más prosaicas y bastante menos literarias. Pero, naturalmente, esas son otras historias.

Ir arriba