El «alto precio» de ser Fallera Mayor

En poco más de 12 horas Valencia habrá entrado oficialmente en el período fallero 2014 con la Cridà, esa llamada de las Falleras Mayores de Valencia a que todos los valencianos disfrutemos de las fiestas grandes de la ciudad. Sin embargo, los falleros de pura cepa lo repiten hasta la saciedad: Fallas son, y hay, todo el año. Hasta llegar a la plenitud de la segunda quincena de marzo hay que atravesar un largo calendario fallero que arranca doce meses antes, concretamente el día 20 de marzo del año anterior, con las cenizas todavía humeantes de los monumentos recién calcinados, arranca el siguiente ejercicio.

El camino es largo y para algunos costoso, literalmente. Pero dicen que sarna con gusto no pica. Y eso es precisamente lo que deben pensar las numerosas jóvenes y niñas que, junto con sus respectivas familias, emprenden la aventura de convertirse en las máximas representantes de sus comisiones. Calcular el desembolso que cada año hacen estas (valientes) falleras es un tema de debate tan extenso como indescifrable. Porque sí, aunque suene a tópico, «cada falla es un mundo», en todos los sentidos. Desde nivel de exigencia dentro de la misma comisión a nivel particular, las cifras son tan dispares como llamativas, sobre todo en estos tiempos en los que hacer uso de la palabra ostentación es casi pecado capital.

Aunque sigue siendo una realidad paralela para muchos valencianos que viven ajenos al mundo fallero, lo cierto es que la industria de esta fiesta mueve a gran parte de ciudadanos que vuelcan sus ilusiones y, sobre todo, sus bolsillos, en sacar adelante una tradición que se remonta al siglo XVIII. Las Fallas son una fiesta que vive por y para la mujer y es que el culmen de cada comisión es mantener año tras año a sus dos representantes como falleras mayores. De hecho, la fiesta se queda coja para quienes carecen de estas figuras, una sombra que, con la crisis económica, planea amenazante sobre las 390 fallas de la ciudad de Valencia, y que oscureció en parte los festejos de casi 50 comisiones que no tuvieron fallera mayor el pasado ejercicio.

El desembolso para las familias que emprenden esta aventura es alto, en algunas comisiones más que en otras, donde los compromisos y la manera de vivir la fiesta se plantean de forma diferente. En cualquier caso, “es cuestión de planificarse y empezar a comprar telas al menos con un par de años de antelación a tu reinado”, como explica Mari Carmen Rodrigo, que acaba de terminar su año como Fallera Mayor de Costa i Borrás- Agustina de Aragón. Y es que la mayoría de gastos se van en la confección de unos trajes de valenciana, que, después de los impresionantes vestidos de los carnavales de Río de Janeiro, pasan por ser el traje regional más caro del mundo.

No hay reglamento que exija el número mínimo de trajes que debe lucir una Fallera Mayor pero la gran mayoría encarga a su modista entre dos y tres nuevos y,  en el fondo, ser fallera mayor requiere un protocolo al que pocas están dispuestas a renunciar, como reconoce la propia Mari Carmen,  que en su ejercicio como Fallera Mayor lució cinco vestidos nuevos. “Aunque admito que puede haber sido una exageración, normalmente solo realizas un gasto importante en uno de ellos, los otros suelen ser más económicos”, afirma Mari Carmen. Solo en tejidos esta joven superó los 6.000 euros el año pasado.

Para gustos, colores

Tipos y calidad de telas los hay de todos los tipos y, lo más importante, precios. Porque no es lo mismo adquirir los seis metros que hacen falta para un traje de mujer en un rayón básico que oscila entre los 300 y 600 euros, a lucir la conocida como “Reina de Garín”, una seda espolinada que puede alcanzar hasta los 18.000 euros, y cuya elaboración es íntegramente artesanal (El ritmo estimado de trabajo para esta tela es de cuatro centímetros por día, de modo que se tarda en torno a cuatro meses tejer la indumentaria completa).

Pero, si la crisis lo hace todo más difícil, también hay quien aprovecha la coyuntura en esta industria. Antes, las rebajas más destacadas del mundo fallero se iniciaban horas posteriores a la cremá y acababan cuando comenzaba el verano. Ahora, la reducción de precios se mantiene prácticamente todo el año, con ofertas especiales en cualquier tienda de indumentaria. Es el caso de Almacenes España, que este año se ha convertido en el paraíso de cualquier fallera porque sus propietarios anunciaron hace meses una reducción radical de precios ante el inminente cierre de la empresa. Actualmente tienen sedas por valor de 2000 euros reducidas a 350, y rayones en metales oro o plata que cuestan apenas 70 euros cuando su precio real superaba los 400.

 

fallera mayor detalles Proliferan también los establecimientos de segundo mano de todos los productos relacionados con el mundo fallero, como  el conocido Outlet de Benimaclet, que ha visto en la crisis el motor para un mercado que, en tiempos de bonanza, no habría concebido  el nacimiento de estos comercios.

Si solo se tratara de tejidos, las cifras, aunque elevadas, se quedarían muy por debajo de lo que realmente se factura. A los telares hay que añadir el resto de complementos: zapatos, aderezos completos, detalles como las novedosas carambas, abanicos… y, por supuesto, la larga lista de actos y compromisos a los que debe asistir una fallera mayor. Desde actividades en el propio casal hasta encuentros con el resto de comisiones del sector o la agrupación.

 

Comisiones de contrastes

La “cúpula” de las comisiones falleras, las que pertenecen a sección especial, tienen además actividades propias dentro de su federación. María Rodríguez ha sido la representante en 2013 de una de estas comisiones históricas, la Falla Plaza del Pilar y explica que, en su falla, solo ha tenido que pagar una cena que se organizó en el mismo casal durante la primera semana de marzo para los cerca de 150 componentes de esta comisión.  Según ha explicado María, en el Pilar no hay obligación de pagar más cosas, aunque sí es tradición hacer un regalo al cuadro de honor (fallera mayor infantil y dos presidentes), un pequeño detalle a la junta directiva y llevar dulces para la comisión el día de Sant Josep.

Los falleros de a pie en ocasiones miran con recelo al selecto grupo de fallas de especial. María admite haberse sentido “más juzgada”, especialmente en lo que se refiere a la indumentaria que ha llevado, por pertenecer a una falla de especial. “A veces la gente me ha llegado a mirar de forma distinta, pero el gesto dura solo unos minutos, porque luego se dan cuenta que somos como cualquier otra falla”, explica.

La gente de la Plaza del Pilar, en concreto, es “muy humilde”, según describe su fallera mayor de 2013, que lamenta que a veces se les encasille en un rol que realmente no desempeñan y se les asocie con la fastuosidad de la fiesta. “Compartimos las mismas inquietudes que todos los falleros y somos muy tradicionales pese a formar parte de sección especial”, insiste.

La monumentalidad por la que es conocida esta falla tiene su antagonista apenas unas calles detrás, y es que el barrio de Velluters se caracteriza por comisiones tan variopintas como antiguas. Un grupo que no llega a 50 personas son los componentes de Guillem Sorolla-Recaredo, una falla que este año cumplirá 126 años de historia de puro milagro, y es que hace unos meses anunciaron que cerraban las puertas de su pequeño casal porque las cuentas no salían. Sin apenas presupuesto y sin colaboración vecinal ni municipal, Guillem Sorolla se veía abocada al fracaso y un milagro de última hora ha hecho posible que esta falla cuente con representante femenina después de 6 años con la vacante vacía y, al menos durante un ejercicio más, seguirán adelante.

Mapi Chust, probablemente la fallera mayor más esperada en la historia de esta comisión, explica que las fiestas se viven de manera mucho más austera dentro de su casal. “No tenemos presupuesto cerrado para el monumento, hemos plantado a trancas y barrancas muchos años y ahora es uno de los nuestros, artista fallero, quien seguramente plantará en 2014 de manera desinteresada”, explica Mapi, que asegura que no va a realizar un gasto importante como fallera mayor. “Solo pagaré una cena que, además, será para pocas personas, y solo me voy a hacer un traje nuevo. Nada de gastar miles de euros”, asegura.

“Vivir al lado del Pilar es chocante, es la falla rica que se lleva toda la atención del barrio pero la relación es muy buena, nos han ayudado mucho”,  destaca Mapi, que agradece también el apoyo del resto de comisiones del sector Pilar- Sant Francesc, que se ha volcado para recaudar fondos que evitaran la desaparición de Guillem Sorolla, desde donde anuncian más actos para aumentar su censo y poder seguir creciendo.

Pero las fiestas josefinas se extienden más allá de los límites del Cap i Casal y son numerosas las Juntas Locales que, en diferentes puntos de la Comunitat, cuentan con sus propias comisiones falleras, aunque en ellas parece que se nota todavía más los efectos directos de la crisis. Los vecinos de La Canyada tienen un punto de encuentro en la Falla Plaça Porta del Sol pero cada vez son menos quienes se acercan a ella. “Más bien van desapareciendo”, explica su Fallera Mayor para el próximo año, Gloria Cabezuelo. “Hace años éramos un grupo bastante grande, ahora apenas llegamos a 80 entre infantiles y adultos, y esto lo notamos también en el tipo de fiesta que hacemos, hemos reducidos considerablemente el gasto en el monumento que plantamos”, asegura Gloria, que describe las fallas en la Junta local de Paterna, a la que pertenecen, como “más familiares que en Valencia capital”.

En su experiencia como fallera mayor, Gloria estrenará un nuevo traje completo para 2014, junto al que ya tenía, “pero tampoco mucho más, alguna cena para la comisión y pocos actos más”.

Quienes han desempeñado este cargo aseguran que la emoción vivida después de un año supera cualquier gasto, pero lo cierto es que el enorme esfuerzo a realizar pone en jaque cada año la ilusión y la economía de cientos de familias falleras.

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