El amor en los tiempos del tweet

Theodore (Joaquin Phoenix), un escritor que acaba de divorciarse de su mujer, compra un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial que ha sido diseñado para satisfacer las necesidades del cliente, en este caso, sus necesidades afectivas tras su separación. Con el paso de los días, descubre que se ha enamorado de la voz femenina (Scarlett Johansson) de su sistema operativo entablando con ella una relación sentimental.
Esta es la sinopsis de «Her» (2013), de Spike Jonze, una película norteamericana estrenada en los Estados Unidos el pasado mes de diciembre y que aterrizará en febrero en las carteleras españolas. Los productores han presentado publicitariamente la película como de ciencia ficción y como una historia de amor. En ambos casos, se podría cuestionar la catalogación pues parece poco probable que pueda llamarse amor al trato que puedas mantener con un robot y tampoco el asunto que trata la película forma parte de un futuro lejano puesto que estamos hoy en día, y en nuestra vida cotidiana, rodeados por sistemas operativos.

Los expertos apuntan a que las máquinas y las tecnologías en el contexto de las sociedades capitalistas están modificando nuestra forma de relacionarnos y hasta el mundo de las emociones y los valores, lo que han denominado: capitalismo emocional. La tecnología es el instrumento, pero el sistema es el que marca la pauta.

La socióloga y antropóloga Eva Illouz, especialista en la historia de la vida emocional, y estudiosa sobre el significado moral de la Modernidad y el impacto del capitalismo sobre la esfera cultural, ha investigado y analizado el asunto que se ve más a las claras en el argumento de la película «Her», en las pautas de relaciones amorosas que imperan hoy en día con Internet, las apps de contactos, redes sociales, etcétera. “Internet –indica Eva Illouz, nos permite visualizar el mercado de lo posible en un espacio de tiempo muy pequeño. Lo que provoca que la gente se encuentre, cada vez más, como si estuvieran en un mercado. Ven, se comparan los unos a los otros, visualizan todas las opciones posibles, esculpiendo en el ámbito de la sexualidad, de las relaciones amorosas, una mercantilización de las relaciones sociales”.
Pero Illouz va más allá y plantea cómo actualmente la vida emocional está gobernada por el régimen del interés. Para la estudiosa, la sociología tiene como objetivo comprender cómo las instituciones hacen o no posible una forma de pensar o sentir cómo, en definitiva, crean sentimientos. «Así –indica-, en la Modernidad hay sentimientos que no tienen cabida como el honor o la pasión amorosa». Pone dos ejemplos:

Un hombre que defendiese su honor vengándose, por ejemplo, de alguien que le ha humillado, dañado u ofendido, simplemente, se le consideraría hoy en día como un hombre ridículo, que no tiene madurez emocional. Una mujer que siendo adolescente se hubiese enamorado de un hombre toda su vida y que sacrificara toda su vida a un hombre que no la amara igual, se la considera como una psicótica hoy en día.

“Hay un lenguaje emocional –explica-, que se ha perdido, que no es para nada viable en la sociedad capitalista porque, una vez más, la vida emocional está gobernada esencialmente por el régimen del interés. Pensamos antes en nuestros intereses, es un régimen emocional más frío, más calculado y más racional. Con respecto al pasado, se ha perdido una forma de expresar y de vivir las emociones”.
En este sentido, la investigadora ha acuñado el término “capitalismo emocional”: “Creamos una subjetividad en la que no vamos a desperdiciar las emociones inútilmente, vamos todo el tiempo a intentar rentabilizar las emociones. Es por esto que tratamos de sufrir lo menos posible, no vamos a enamorarnos de quien puede no amarnos de igual forma, no vamos a reparar la ofensa de nuestro honor. Tratamos de hacer que las emociones estén ancladas en un proyecto de nosotros mismos donde defendemos todo el tiempo nuestro interés. En definitiva, culturalmente la defensa de nuestro interés prima en nuestras elecciones y en nuestras experiencias emocionales”.
Quizá por todo esto que plantea Eva Illouz, y volviendo a la película “Her”, nuestro protagonista Theodore prefiera mantener una relación con un robot y no con un ser humano, que resulta menos predecible y pude exponerle más al sufrimiento. Pero con lo que él no contaba es con unas variables “humanas”, nada androides, que no vamos a desvelar puesto que destriparíamos la película y vale la pena ir a verla porque nos hará reflexionar.

«Her» (2013), de Spike Jonze. Nominada a los Oscars como mejor película.

Fecha de Estreno: Viernes, 28 de Febrero de 2014

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