El Festival de Música Antigua de Peñíscola cierra por todo lo alto

 

El prestigioso contratenor francés Dominique Visse y el clavecinista brasileño Nicolau de Figueiredo ofrecen este lunes en el Castillo del Papa Luna un amplio panorama de la música barroca del siglo XVII de Inglaterra e Italia y cierran así el XVIII Festival Internacional de Música Antigua y Barroca de Peñíscola que han organizado CulturArts Generalitat, la Diputació de Castellón y el Ayuntamiento de la localidad con el apoyo de la Agencia Valenciana de Turismo. 

«Desde principios de la centuria anterior, la música vocal italiana había evolucionado de la polifonía renacentista hacia la monodia acompañada, un estilo musical que iba a permitir el desarrollo de los grandes dramas operísticos. Y con ello, otra serie de géneros pensados para el ámbito camerístico, como las cantatas o las arias, de los que el concierto aporta buenos ejemplos: La vecchia enamorata de Biaggio Marini o la Canzonetta spirituale de Tarquinio Merula», explican los artistas. 

El programa incluye la composición L’Eraclito amoroso, que da título al concierto, de Barbara Strozzi, «figura central de la cantata italiana del primer barroco», y una selección de conocidas piezas vocales de Henry Purcell, desde canciones incluidas en sus composiciones escénicas, como Music for a while del drama Oedipus hasta otras escogidas dentro del género típicamente inglés, la «semiópera», que fundía el drama hablado con amplias partes musicales. 

De entre estas, King Arthur, estrenada en 1691, incluye Fairest Isle, canción de Venus. «En todas ellas se aprecia un trabajo melódico de exquisita finura, muy atento siempre a las inflexiones del texto y con acompañamientos de armonías simples y sumamente eficaces». 

Figueiredo interpretará también obras para clave solo: danzas, pasacalles y chaconas. Entre ellas destaca The Lachrymae Pavan, de William Byrd, «el gran maestro británico de una época en la que pavanas y gallardas dominaban los aires danzables». 

Dominique Visse 

Uno de los más famosos artistas líricos en el mundo de la ópera barroca, Dominique Visse empezó su carrera de cantante a los 11 años en el coro de la catedral de Nôtre Dame (París). Este apasionado por el Renacimiento y la música medieval fue alumno de Alfred Deller, el gran pionero de la voz contratenor, y ha trabajado también con Nigel Rogers, René Jacobs y William Christie. 

En 1978, fundó el Ensemble Clément Janequin, con el cual ha hecho numerosas grabaciones de polifonía francesa del siglo XVI. Fue uno de los miembros fundadores de Les Arts Florissants en 1979 y se ocupó de gran parte del repertorio de esta formación en sus años iniciales. 

Además de su trabajo en ópera, Visse sigue cantando y grabando con su Ensemble Clément Janequin, que celebró sus treinta años en 2008 y cuya extensa discografía en Hamonia Mundi le ha hecho ganar numerosos premios. También canta recitales de música desde Machaut a Berio pasando por Dowland, Schubert, Offenbach, Massenet, Satie, Poulenc y Takemitsu, con laúd, piano o acordeón. Ha hecho más de cincuenta grabaciones, principalmente para el referido sello, la más reciente L’Écrit du Cri, con música desde el Renacimiento hasta la actualidad. 

Nicolau de Figueiredo 

Nicolau de Figueiredo (Sao Paulo, Brasil) estudia piano, órgano, clavicémbalo y música de cámara. En 1980 se traslada a Europa para continuar sus estudios, y en 1984 recibe el primer premio de Virtuoso de Clavicémbalo del Conservatorio Superior de Ginebra. 

Entre 1990 y 2000 fue director musical de la Cátedra de Ópera en la Schola Cantorum Basiliensis. Posteriormente ha dedicado su carrera en exclusiva a recitales a solo, en dúo y en trío, prodigándose en los más prestigiosos festivales y salas de Europa, Canadá, Japón (donde es altamente apreciado) Rusia y Brasil. 

Cabe destacar las ediciones de sus CD Trece sonatas de Domenico Scarlatti (Choc de la Musique, 2006), Soler (2008), Sonatas de Joseph Haydn (2009) y Sonatas de Johann Christian Bach (2010). 

Los artistas mostraron la delicadeza del repertorio vocal italiano y protagonizaron un bello diálogo entre la voz y sus imitaciones instrumentales, con pequeñas obras maestras de Marini, Frescobaldi y Luzzaschi

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