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El Síndrome de Rokitansky

El Síndrome de Rokitansky es una de las enfermedades genitales más compleja y desconocida que puede llegar a sufrir una mujer.

Consiste en una malformación congénita que sucede durante la gestación y que conlleva que, al nacer, estas niñas presenten una vagina común y corriente, con labios internos y externos, clítoris e himen, pero detrás del himen, se encuentra una “pared infranqueable” o en el mejor de los casos, un conducto muy corto; además no se desarrollan o desarrollan de forma atípica las trompas del útero y el cuello uterino. Los ovarios en cambio, sí están presentes y son funcionales (una de cada cinco mil mujeres nacen sin vagina en la actualidad).

Normalmente las mujeres no se suelen percatar de este síndrome hasta la preadolescencia, momento en el que las niñas empiezan a descubrir su propia sexualidad con la práctica de la masturbación, o en incuso en ocasiones cuando acuden acompañadas de sus madres en una primera visita al ginecólogo por la carencia de la menstruación. Es en este preciso momento cuando a través de una exploración rutinaria, se observa que las jóvenes carecen de canal vaginal.

En este síndrome como es obvio, en un principio estas jóvenes sienten que todo se desmorona ante ellas y, a sus mentes viene todo un cúmulo de posibles problemas, tanto a nivel fisiológico, como en las reacciones sexuales, pero sobre todo, con la imposibilidad de ser madres biológicas algún día.

Lo que prima inicialmente en este síndrome, es que estas jóvenes entran en un periodo de un fuerte estrés emocional, donde su autoestima llega a unos mínimos incalculables, con lo que es primordial por parte de los psicólogos, en prepararlas emocionalmente con extremada urgencia para evitar situaciones que puedan poner en peligro su integridad física.

Se aconseja una consulta psicoterapéutica para evaluar a la paciente que tiene el síndrome de Rokitansky, así como a su pareja en el caso de tenerla, y a sus padres para así tratar el momento ideal y oportuno para trabajar con ellas la posibilidad de una intervención médica para la reconstrucción por medio de la cirugía de lo que sería el conducto vaginal.

Básicamente esta intervención consiste en la reconstrucción del conducto vaginal utilizando para ello una membrana del intestino de la propia paciente, (https://www.youtube.com/watch?v=GtAFlrou6dk).
Una vez reconstruido el conducto
vaginal, la chica deberá ir utilizando con asiduidad durante unos meses unos dilatadores de diferentes tamaños que permitan la elasticidad de dicho conducto para así poder mantener unas relaciones sexuales con cierta normalidad.

En general los síntomas psicológicos principales irían encabezados por un fuerte sentimientos de tristeza, falta de confianza en sí mismas, dificultad para mantener relaciones sexuales y amorosas e incluso si tienen pareja en el momento del diagnóstico, sueles ser común que valoren en abandonar la relación al sentirse incapaces de hacerles felices.

El problema con el que nos encontramos los psicólogos inicialmente es lograr devolver a estas mujeres la confianza en ellas mismas que en esos momentos tienen perdida…

Otra de las dificultades con una carga emocional considerable es aceptar que jamás podrán tener hijos de una forma biológica. Asimismo, deben hacer frente al miedo a mantener relaciones sexuales y a pensamientos negativos en dirección a que sus parejas podrán notar algo e incluso rechazarlas por el problema que padecen. Ellas mismas desconfían en poder disfrutar de sus relaciones sexuales de una forma normal y cierran esa faceta tan importante y necesaria para la vida de una mujer, así como de cualquier persona.

En la actualidad existen diversas asociaciones dedicadas al apoyo emocional de estas mujeres, así como de sus familias. En estas asociaciones se les escucha las y sobre todo se les pone en contacto con otras personas que tienen su misma enfermedad e incluso que teniéndola le han hecho frente operándose y que en la actualidad llevan una vida con una calidad óptima.

También son muy usuales las terapias en grupo para exponer miedos, dudas y desahogos personales y, así de esta manera directa, compartir sus experiencias de la enfermedad o del mismo tratamiento.

Por último, remarcar que, en la gran mayoría de los casos, las pacientes vuelven a ser las de antes, emocional y psicológicamente después de la operación y, en muchos casos ni siquiera requieren atención psicológica posterior continuada.

Texto por Tony Crespo

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