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Embarazada un carrusel de hormonas y emociones

Embarazada, un carrusel de hormonas y emociones. Hoy hablaremos de una amiga de carácter, y que visitaré en breve como corresponde para constatar en primera persona si se ve reflejada en lo que en este artículo se cuenta. Espero que no, o que al menos sea lo mínimo porque, durante nueve meses prorrogables a la lactancia, las hormonas tomarán el control no solo de su organismo, sino también de su humor, sus sentimientos, apetencias e incluso, de sus filias y fobias. A ratos van por libre y en otros momentos actúan todas a una. Su misión es ahora una concreta; hacer viable el embarazo. El problema es que tienen bastantes efectos colaterales, desde el cansancio a las varices, pasando por la irritabilidad. Las responsables son varias, pero hay cuatro que capitanean el grupo: los estrógenos, la progesterona, la gonadotropina coriónica (HCG) y el lactógeno placentario. Son por supuesto hormonas, segregadas por tu cuerpo y por el de tu bebé en formación, aunque las hay que han estado siempre ahí, como los estrógenos y la progesterona, regulando tu ciclo menstrual. Las debutantes son las otras, que aparecen con la gestación provocando cambios tanto físicos como anímicos.

De todas ellas, la mas tempranera es la HCG, que es la que te da positivo en el test de embarazo desde bien pronto. Aún así, alguna mujer embarazada lo nota desde mucho antes de la prueba, y es que la mujer embarazada se convierten en un radar de olores. Su capacidad olfativa aumenta, y determinados olores se les hacen insoportables. Esta extrapercepción sensorial es una manifestación de la HCG, especialmente gusto y olfato. Sin embargo, su principal seña de identidad son las náuseas y la somnolencia características del primer trimestre, que es cuando sus niveles son más altos. En las primeras semanas de la embarazada, la HCG estimula la producción de progesterona en los ovarios para favorecer la anidación del embrión. A partir de la semana 9 la placenta toma el relevo en la producción de progesterona y los niveles de HCG disminuyen y, por tanto, también lo suelen hacer las náuseas.

La progesterona tiene un fuerte efecto relajante que puede acarrear consecuencias mas o menos molestas como estreñimiento, digestiones pesadas, acidez, retención de líquidos… Pero también efectos muy beneficiosos como la facilidad para el sueño y una agradable sensación de bienestar.

De todos los efectos físicos del vaivén hormonal, los más llamativos son los que se producen en la piel, y en ellos juega un papel importante los estrógenos, que se disparan después del primer trimestre. Entre otras cosas, regulan la circulación sanguínea entre el útero y la placenta y preparan las mamas para la lactancia. Además son los responsables de la pigmentación mayor de determinadas zonas como las aureolas y los pezones, y junto al lactógeno placentario, que estimula la producción de melanina, la sombra que a veces rodea la boca y la nariz (cloasma).

Por si todo esto fuera poco, hay que pensar que la gestación es ya de por si una situación de desconcierto y estrés ante lo desconocido y las hormonas, precisamente, no ayudan a estabilizar el ánimo cambiante. Los altibajos emocionales están presentes desde el inicio del embarazo. A menudo les molestan cosas que antes les resultaban indiferentes, llegando a perder el control de sus reacciones. En el segundo trimestre sin embargo, la fluctuación hormonal se calma aunque persisten los brotes anímicos y los antojos, de los que hablaremos. Los antojos son culpa de tres de las cuatro hormonas vistas hasta ahora: HCG, progesterona y lactógeno placentario, que modifican el gusto originando apetencias como bocadillos de pepinillos con nocilla o el rechazo hacia ciertos alimentos.

A este cóctel se suman dos hormonas más al final del embarazo: la oxitocina, que prepara el cuerpo de la mujer para el parto; y la prolactina, que lo prepara para la lactancia. Ambas relacionadas con el síndrome del nido, que hace que, cuando más cansada debería estar, la embarazada experimente una inyección de energía que la lleva a realizar frenéticamente las tareas del hogar, normalmente a horas intempestivas, en las semanas previas al parto.

Un último consejo a la embarazada: vigila tu tiroides, porque, aunque no interviene directamente en la gestación, si que sufre modificaciones durante la misma y también en el postparto que pueden afectar al desarrollo del feto y al ánimo de la madre. Por eso, en las primeras semanas de embarazo se recomienda controlar la función tiroidea para detectar y tratar precozmente cualquier alteración.

Espero que a la luz de esta información, intentemos centrar la atención en lo bonito y diferente del momento que se está viviendo y comentar los miedos con la pareja y la familia para que éstos sepan cómo ayudar.

A ti, amiga, feliz embarazo y espero verte pronto. Un abrazo.

Texto por Antonio J. Segura Muñoz

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