Voluntarios elaboran un censo de aves marinas invernantes

Siempre se ha dicho que quien tiene pájaros en la cabeza es que anda un poco perdido, vamos que  le escasea el juicio. Pero en el caso que nos ocupa, los más de 60 voluntarios que se han apuntado este año al XIII Censo de Aves Marinas Invernantes en el Litoral de la Comunitat Valenciana, saben muy bien su cometido y, si andan faltos de cordura, es debido a  su amor por los pájaros y su dedicación altruista.

Todos los años, ininterrumpidamente desde hace doce, estos voluntarios se juntan a mediados de enero (hoy sábado 10) a lo largo y ancho del litoral valenciano con el único objetivo de contar pájaros, pertrechados con prismáticos y telescopios, se asientan en lugares estratégicos y a contar!  A fotografiar! Y todo para elaborar un censo comparativo interanual que ofrezca datos fidedignos sobre el trasiego de aves marinas procedentes del norte de Europa y su convivencia con las autóctonas.

A estos “contadores voluntarios” tan solo se les exige, obviamente, que sepan contar aves (cierta experiencia) y también que tengan unos cuantos conocimientos sobre las especies: que sepan distinguir, por ejemplo, un alcatraz de una gaviota patiamarilla. Este año se han previsto puestos que cubran todo el litoral valenciano desde el Puerto de Peñíscola  y el Cabo de la Nao, pasando por  las costas de Almenara, Cullera, Oliva, El Saler, Gandía, La Pobla de Farnals, Sera Gelada, Cala del Xarco, hasta Cap de l’Hora y Cabo Cervera.

Elías Gomis es uno de los coordinadores de esta iniciativa voluntaria que reúne a ornitólogos pero también a personas procedentes de las más variadas disciplinas,  y  que nada tienen que ver con la ornitología, aunque si hay algún que otro biólogo. Nos explica que este tipo de censo en el mar son los más complicados, a diferencia de los que se realizan en los pantanos o las sierras. ¿Y por qué? Son muchos los factores que tienen que jugar a favor para realizar un buen censo, para poder ver con precisión a las aves. La meteorología tiene que aliarse con los contadores. Un día ideal: “Viento de Levante, para que las aves se vean arrastradas hacia la costa. Que el cielo esté nublado y no luzca el sol puesto que el astro rey nos entorpecería la visión, y que no llueva ni haya niebla, ya que no podríamos ver a las aves. Y el colmo sería que lloviera a mares en Cataluña porque las aves se desplazarían hasta nuestras costas…”, afirma Elías. De hecho, en uno de los correos que intercambia con los voluntarios para organizar la convocatoria el grito de guerra es: “¡Que el Tiempo os acompañe!».

Y es que además de resultar fundamental el clima en el resultado de la misión, también influye en el comportamiento de estas aves. El temido cambio climático derivado también de la acción depredadora del hombre, y que está poniendo en peligro la pervivencia de ciertas especies. Comenta Elías que al hacer más calor la aparición de los insectos se adelanta y, por tanto, las aves invernantes procedentes del norte de Europa se vienen antes a nuestras costas. No es que huyan del frío es que vienen en busca de una comida que, en climas más rigurosos, resulta más difícil de encontrar.

Le pregunto a Elías sobre el tipo de aves que van a tener que contar hoy. Las autóctonas nuestras están ya controladas: la gaviota patiamarilla, la reidora y la audouin, la pardera balear…, pero ¿y las foráneas?  ¿Las que viajan desde el Artico y los países escandinavos quilómetros y quilómetros en busca de comida? Pues son los alcatraces, las serretas (llamadas también patos marinos) y los alces.

Nos liamos entonces hablando de aves y retomamos el argumento de cómo  todos estos cambios en el clima, forma de vida y acción del hombre alejado de la Naturaleza está provocando que hasta los refranes o dichos populares pierdan su valor. Ahí va uno: “Por San Blas, la cigüeña verás…” San Blas se celebra el tres de febrero pero a las cigüeñas se las puede ver ya en cualquier momento. Me cuenta Elías que la cigüeña está buscando su sustento en los vertederos y que allí se envenena al confundir las gomas elásticas con lombrices. También se pueden ver ya gaviotas en el interior de las poblaciones, alejadas de las costas, siguiendo el cauce de algún río donde encuentran alimentos mortíferos en forma de deshechos contaminantes que pueden llegar a intoxicarlas.

Pero volviendo a las aves marinas Elías Gomis afirma que éstas son las más amenazadas por el cambio climático y como consecuencia de la sobreexplotación pesquera en las zonas de cría. Un ejemplo, la especie de Pardela Balear, que solo se cría en las Islas Baleares y que está más amenazada incluso que el Urogallo o el Aguila Imperial. Alerta de que si no se hace algo al respecto en 50 años se extinguirá y eso que es única en todo el mundo con tan sólo 5.000 ejemplares, el 75 por ciento de las cuales están registradas en Baleares.

Este último argumento me da pie a finalizar nuestra charla. ¿Por eso resultan muy valiosos estos censos, no? Y ¿por eso también es digna de admiración la labor de estos voluntarios, para detectar si hay problemas con alguna especie?.  Da por contestadas las preguntas. De hecho, concluye satisfecho diciéndome que  cada año aumenta el número de personas interesadas en participar en este censo. Y yo le digo que retomo para mi artículo la idea de su blog en honor a estos voluntarios. El dice textualmente que su blog está escrito , “para la gente con la cabeza llena de pájaros”. Me da permiso para copiarlo.

 

 

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