Ischia, un rincón para el amor

 

Si digo que en la costa de Nápoles destaca una isla, llamada Ischia, que es un paraíso de origen volcánico, de suelo fértil y frecuentes manantiales termales, no estoy diciendo mucho. Si digo que es la isla del amor que dio vida a la famosa película “Avanti!”, de Billy Wilder, el lector ya se sitúa. Pues ahora vamos al Grand Hotel Excelsior Vittoria, de Sorrento, que se convirtió en el nido de amor para la película.

Es fácil recordar la historia, estrenada en 1972: mister Wendell Armbruster (Jack Lemmon) viaja a un rincón de Italia a recoger el cadáver de su anciano padre y se percata de que el capitán de empresa recién fallecido ha muerto con quien convivía, una dama inglesa que le hacía muy feliz en un lujoso hotel balneario de aguas termales. En una isla de la Campania donde el tiempo parece haberse detenido, los naranjos florecen, los viñedos dan excelentes cosechas y los funcionarios viajan en moto con los tampones cosidos en el interior de la chaqueta.

“Avanti!” se tituló en España “¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?” y fue acogida por el público con el éxito que merecía una nueva y deliciosa comedia de Wilder. Pero sirvió también para que conociéramos la isla de Ischia y todo el golfo de Nápoles: los viñedos dañados por el coche de la pareja que muere en accidente y la pintoresca familia propietaria; la romántica ermita que sirve de morgue y el contraste entre el expeditivo embajador americano y la compleja maraña burocrática italiana.

Y de fondo, un hotel, forzosamente lujoso, que tenía que convertirse en nido del amor de la madura pareja… y también de sus hijos. En Ischia hay un hotel Excelsior Terme muy lujoso: nació de la iniciativa modernista del conde Micangeli, que quiso construir un gran balneario sobre lo que entes había sido la “villa liberty” de un lord inglés.

Sin embargo, la productora de la película quiso mucho más en lo arquitectónico y paisajístico se fijó en el Grand Hotel Excelsior Vittoria que está en la plaza de Tasso, de Sorrento, en tierra firme. Compuesto por varios edificios victorianos, aderezadfo de terrazas bellísimas, el hotel se asoma a los acantilados del golfo de Nápoles, tiene una exclusiva vista sobre el Vesubio y se da por hecho que allí tuvo su villa de recreo el emperador Augusto. Es un lugar perfecto, literario y nostálgico; un punto ideal del mundo para lo que están hartos de días de bruma y ajetreo, deciden “bajarse al sur” y empezar a vivir de verdad aunque sea a los 60 años.

Playa privada, piscina y spa, terraza panorámica, comedor sobre el acantilado, centro de gimnasia y de belleza son, junto con una gran cocina y una mejor bodega, son los alicientes actuales de este cinco estrellas, que dirige la misma familia propietaria desde el año 1834. Ya están preparando las fiestas del 180 aniversario, que se cumplirá en 2014; y ya han preparado un video donde se pueden ver fragmentos de todas las películas rodadas en el hotel. Porque además de “Avanti!” allí han trabajado Sofia Loren y Brigitte Bardot y allí se han rodado varias cintas inglesas, italianas y americanas.

El Vittoria tiene habitaciones de muchos tipos. Pero las suites con vistas al mar cuestan entre 400 y 500 euros por noche. Pero siempre está lleno: siempre hay parejas de ingleses y americanos, estables o temporales, que quieren revivir lo que la película de Wilder les mostró o esa bellísima terraza con vistas al mar, con una escultura romana situada justamente en la esquina, que vieron en otra aventura romántica. Todos los hoteles de la zona pugnan –como en Nápoles, Capri y Amalfi— por conseguir una buena cartera de turistas, sobre todo americanos y británicos, que son los que han heredado en familia el perfume de los lugares donde desembarcaron los aliados para acabar con los “chicos malos”.

Grandes jardines, diseñados a la inglesa. Terreno amplio, hotel lleno de detalles, vestido con muebles de época. Y la islita de Ischia, de no más de siete kilómetros de diámetro que aparte de la iglesia mayor y el museo del mar lo único que ofrece al turista es el “castello aragonese”, el recuerdo de cuando aquello “era nuestro”, de la Corona de Aragón se entiende, y el que reinaba en Nápoles era nuestro Alfonso el Magnánimo. Y en una bahía que fue convertida –sobre todo la costa de Amalfi—en puntos donde rodar escenas de la película.

Ichia, por lo que se ve en la historia, cambia la percepción del mundo y nubla los sentidos. El padre de Armbruster, con setenta años sobrepasados, encontró el amor, y el vigor necesario para afrontar sus retos. De modo que no será raro que veamos que al joven Armbruster le pasa igual, empieza a vivir el tiempo y su relativismo “a la italiana” y cae en los brazos de la inglesa Pamela Piggott (Judith Mills) que en el primer minuto le pareció una tonta insoportable y una semana después era una adorable intérprete de lo que cuanto la pena vivir.

Eso, con media docenas de tópicos a la italiana, compondrán una comedia amable donde veremos continuas referencias a la isla: tanto sus peculiares modos de vida y organización, donde lo italiano se acentúa y condensa, como esa contagiosa forma de ver el mundo, y el paso del tiempo, sin prisa alguna, a través de lo que se cultiva, se cosecha y se come. En definitiva, de lo que se es y se sabe convertir en vida, que da como resultado la sencillez del amor en cualquier etapa de la vida.

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