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La obsesión por las zapatillas blancas

La (renacida) obsesión por las zapatillas blancas pone de manifiesto cómo una sola prenda -tan básica y aparentemente anodina- puede convertirse en un auténtico objeto de deseo, casi como una pieza de coleccionista para cualquier amante de la moda. Las mismas zapatillas que usaban los niños “bien” en los 80s, aquellas que nacieron en una cancha de tenis y que invadieron los armarios de estrellas del rap y artistas de la talla de David Bowie y John Lennon, han vuelto para quedarse.

Desde el relanzamiento de la versión más clásica de las famosas Stan Smith por parte de Adidas a principios de 2014 (y las posteriores imitaciones de marcas como Zara o Primark), las zapatillas blancas de silueta depurada se han impuesto como núcleo absoluto de los estilismos, tal como pronosticó la compañía alemana en 2012. Sus líneas simples y su aspecto juvenil cobran sentido a raíz del resurgimiento en las pasarelas de los códigos estéticos de los 90s durante los últimos años. No es de extrañar, por tanto, que un ingrediente tan esencial del imaginario popular de aquella época llegue a ser hoy un símbolo social más.

Lejos de acompañar atuendos deportivos o uniformes escolares, las zapatillas blancas de aires nostálgicos contribuyen al nuevo look minimalista y unisex que tiene su origen en propuestas de diseñadores tan significativos de los 90s como Hussein Chalayan, Yohji Yamamoto, Helmut Lang, Margiela o Issey Miyake. Abrigo recto, por debajo de la rodilla y de corte masculino + jersey de cuello vuelto + zapatillas blancas (inmaculadas) es la ecuación que se repite en las principales calles de las capitales de la moda. Las zapatillas se han convertido en un verdadero emblema del effortless chic -conjuntos pensados al milímetro, pero disfrazados de espontaneidad- y su versatilidad ha roto moldes. ¿Quién hubiera pensado que un traje de chaqueta, una falda lápiz o incluso un vestido de novia podían llevarse con zapatillas? Y menos todavía: que ese toque te haría parecer más seguro de ti mismo, más en la onda, más cool.

Y es que el factor cool, es decir, el elemento aspiracional, es el verdadero culpable de que las zapatillas blancas hayan pasado a ser el centro de atención de los estilismos, del streetstyle. Si en los 80s no eras nadie si no llevabas unas, ahora parece que tampoco. Se han transformado, gracias a estrategias de marketing como la de Adidas, en una seña de identidad, de pertenencia al grupo, de la misma forma que lo son un 2.55 de Chanel, un iPhone o incluso una entrada a la ópera. A pesar de que Nike siga siendo la reina del mercado, el poder que los influencers ejercen sobre el público ha conseguido posicionar a Adidas como un referente de estilo, de aspiración. Hoy, llevar unas zapatillas blancas es guay. No porque tú lo hayas decidido, sino porque las pasarelas y las marcas así lo han dictado.

Artículo en colaboración de Cris Pastor

Fuente Foto: Adidas.

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