La restauración oculta de la Venus de Viveros

El pasado 4 de febrero cuando los encargados de restaurar la Venus y el Apolo de Ponzanelli, mutilados por los vándalos en los jardines de Viveros, estaban trasladando las esculturas barrocas a su nueva ‘casa’ en el Museo de la Ciudad, un accidente provocó que la diosa de mármol se hiciera pedazos.

Después de meses de trabajo para recomponer las valiosas obras del siglo XVII y una inversión por parte del Ayuntamiento de Valencia de 10.296 euros, la Venus besó el suelo del museo y se rompió, ante los ojos de la propia concejal de Cultura, Mayrén Beneyto, según han desvelado a Valencia News testigos presenciales.

Los operarios de la empresa privada contratada por el consistorio recogieron los trozos para en dos días y dos noches recomponer a toda prisa de nuevo la escultura. El objetivo era que el 6 de febrero, coincidiendo con la inauguración de la exposición de joyas romanas ‘Oro sobre la piel’, las dos obras estuvieran en su sitio.

VENUS

Como si nada hubiera ocurrido, la titular de Cultura informó de la presencia de la esculturas en el patio del Palacio del Marqués de Campo, sin hacer ninguna alusión al accidente ocurrido 48 horas antes en el interior del museo. Fuentes municipales confirmaron ayer que la escultura afectada era Venus. Al mismo tiempo subrayaron que «lo importante es que las esculturas pueden ser contempladas y los mismos resposables de la restauración solucionaron el problema».

La relación del maestro italiano Giacomo Antonio Ponzanelli con la ciudad de Valencia, no es precisamente una historia amor. El conjunto escultórico que se exhibían en los jardines de Viveros: Venus, Apolo, Plutón y Diana, han sido objeto de continuos ataques vandálicos hasta que el Ayuntamiento decidió guardarlos en un almacén antes de que los daños fuera irreparables. Las dos primeras esculturas han sido restauradas y las otras dos están a la espera de que haya dinero.

En el verano de 2012, las valiosas piezas fueron víctimas del último y brutal acto de gamberrismo que le costó la cabeza a tres de ellas y un brazo a la cuarta. Ese último episodio aceleró la retirada de las esculturas y su la decisión de exhibirlas en un recinto cerrado, una vez restauradas.

Uno de los motivos por los que se ha apostado por un espacio con vigilancia, incluso nocturna, era evitar que las valiosas obras de arte sufrieran más daños por los actos vandálicos. Con lo que no se contaba cuando se realizó el anuncio a mediados de enero era con que incluso en estas nuevas condiciones las obras iban a padecer nuevos desperfectos.

Después de la última restauración express, parece que por fin las esculturas que en su día poblaron el huerto del canónigo valenciano Antonio Pontons en el barrio valenciano de Patraix tendrán el descanso que merecen para ser admiradas por el público en la pinacoteca municipal.

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