La última moda, Yoga a 42 grados

«Aquí se sufre», advierte José Torres, director del primer centro de Bikram Yoga en Valencia, a los que cogen por primera vez la esterilla amarilla. Como si del inicio de un capítulo de la serie Fama se tratara, los alumnos empiezan a pagar con sudor desde el primer minuto. Hasta litro y medio de líquido se pierde en cada sesión de hora y media. Y es que esta modalidad de yoga se practica en una sala cerrada a 42 grados.

Si a George Clooney, uno de la larga lista de famosos internacionales que practica esta disciplina, le apetece recibir una clase durante el rodaje de Tomorrowland estos días en Valencia quizás no sepa que tiene a su disposición la segunda mayor sala de Europa, con 300 metros cuadrados, a una manzana del Hotel Westin, donde se aloja.

Por el Bikram Yoga Spain Studio de Valencia, han pasado 600 personas en los primeros meses. Más de un centenar se ha quedado como alumnos fijos de clase diaria, el resto, reconoce Torres, o han dicho «esto no es para mí» o económicamente, en tiempos de crisis, no se lo pueden permitir. Los precios oscilan entre 80 y 130 euros al mes.

«Lo normal es que al principio se mareen porque el corazón se acelera, pero una vez que se controla la respiración y el cuerpo se acostumbra al calor se puede seguir la clase sin problemas», explica el director del centro.

Eso es lo que le ocurrió a Eleonora, una joven italiana de 31 años, que aprovecha estos días de visita a Valencia por motivos familiares para conocer esta disciplina. «Donde vivo, cerca de Venecia, el centro más cercano está a una hora y no puedo acudir». La primera vez que entró en la sala «tuve que parar y sentarme hasta cuatro veces para no desmayarme. Se suda muchísimo y tengo la tensión baja», explica. Sin embargo «me gusta porque hago un esfuerzo y noto que he tonificado los músculos y tengo la espalda más flexible».

El reto consiste en aguantar sin salir de la sala a más de 40 grados para poder completar 26 posturas de yoga con la única ayuda de una botella de agua. «Ahí dentro se sufre tanto que no puedes pensar en nada más que en tí y en resistir», explican los que han probado.

Mabe, una madre de 32 años, con un niño de dos, es otra de las novatas que estos días está probando la experiencia «llevo una sola clase pero he notado mejoría en la espalda y a la hora de conciliar el sueño». Su compañero de sala, Ciro, otro debutante y deportista aficionado, vio una oferta en internet, y se ha decidido a probar «a ver que tal va, estoy acostumbrado a hacer un poco de todo».

Los que se enganchan llegan a practicarlo todos los días, de ahí que el centro abra sus puertas de lunes a domingo prácticamente los 365 días del año. «Hay personas que vienen todos los días. El sufrimiento les hace repetir, cada clase es un reto para ellos». El periodo de aclimatación es de dos meses y el único requisito para iniciarse en esta disciplina es no sufrir ninguna cardiopatía. «Vienen personas de hasta 66 años», apunta Torres, aunque el perfil medio es una mujer de entre 30 y 40 años.

La motivación es, en muchos casos, la pérdida de peso, ya que se consumen hasta 900 calorías por sesión, junto a la mejora del estado físico en general y el mental.

«Esto no es un método para adelgazar, mejora, eso sí el estado general porque aumenta la flexibilidad, tonifica los músculos, mejora la circulación y desintoxica cuerpo y mente», explica el responsable del centro.

De los resultados da fe el diputado socialista Juan Soto, practicante habitual de yoga, y que tras seis meses acudiendo hasta cuatro veces a la semana a las clases, asegura que «es muy depurativo, se gana flexibilidad, y después de cada sesión estás muy despejado porque desbloquea mentalmente», pero al mismo tiempo reconoce que «al principio tenía que salir. Era como una sala de torturas. Si aguantas ahí dentro estás preparado para aguntar lo que sea fuera», añade.

Para los pioneros en Valencia, el Bikram Yoga es «más que una moda», aunque hasta ahora aquí se conozca más por famosos como Nacho Cano o Penélope Cruz, que por su número de practicantes. «En la ciudad esto empieza ahora pero en Madrid, donde tenemos otro centro hay más de una decena de salas, Estados Unidos, donde está afincado su ‘inventor’, Bikram Choudhury, hay mil estudios y 2.000 alrededor del mundo».

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