HediSlimane_y_AnthonyVaccarello

Marcas estáticas, diseñadores nómadas

François Henri-Pinault, presidente del conglomerado de lujo Kering, confirmaba el pasado 1 de abril lo que el mundo de la moda llevaba rumoreando desde hacía meses, a pesar de las insistentes negaciones por parte de la empresa francesa: la no renovación del contrato de Hedi Slimane como director creativo de Yves Saint Laurent y el fichaje de Anthony Vaccarello –hasta ahora en Versus Versace– como sustituto.

Cuatro años le han bastado a Slimane para desviar la imagen sofisticada de la icónica maison hacia un característico estilo grunge, de espíritu joven y raíces californianas. El diseñador francés ha construido una marca nueva, con nombre nuevo –recordemos la polémica que suscitó el cambio de ‘Yves Saint Laurent’ a ‘Saint Laurent Paris’–, surgida de su particular visión de la moda. Pero, parece que los millones de seguidores (también detractores) que ha cosechado y los buenos resultados económicos –un incremento de más de 700 millones de beneficio anual y un incremento de las ventas de un 26% en 2015– no han sido suficientes para que su estética rebelde siga presente en la firma una temporada más.

Pese a su carácter introvertido, su negativa a conceder entrevistas y su mala relación con ciertos medios y musas de la marca –tuvo una disputa con Cathy Horyn, célebre periodista de moda del New York Times–, no  han trascendido los verdaderos motivos de su cese. Quizás su paso por la firma haya sido concebido desde el principio como una etapa que algún día tendría que acabar, tal como le ocurrió a Alber Elbaz en Lanvin. “Lo que Yves Saint Laurent ha logrado durante los últimos cuatro años representa un capítulo único en la historia de la casa (…) Estoy muy agradecido a Hedi Slimane y a todo el equipo por haber marcado el camino (…) que garantizará longevidad a esta legendaria firma”, escribía Henri-Pinault en el comunicado de prensa.

Después de las salidas de Raf Simons o Alber Elbaz, la marcha de Slimane deja patente un cambio de estrategia en la industria: las marcas ya no están o no quieren estar asociadas con una personalidad y unas ideas concretas. La dirección creativa se renueva cada cierto tiempo y, con ella, el punto de vista, la estética, el diseño e incluso el público objetivo. En definitiva, todo cambia excepto el nombre.

¿Pero qué sentido tiene Chanel sin las propuestas de Coco, Alexander McQueen sin Alexander, Yves Saint Laurent sin Yves o Zaha Hadid sin Zaha, si hablamos de arquitectura? Aparentemente, ninguno. Ellos eran su marca. La construyeron en base a sus ideas, a sus sueños, a sus miedos o a sus ambiciones. Entonces, ¿para qué intentar imitar su talento? ¿para qué seguir con su legado si nunca será igual que lo que ellos hubieran hecho?

Por dinero, señores. Siempre por dinero.

Articulo colaboración de Cris Pastor

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