Nosotros ponemos el teatro y tú el precio

 

La propuesta se estrenará en el Teatro Talía, que tiene en cartel «Un deu salvatge», de Yasmina Reza, de la que una de las treinta funciones programadas, la del 27 de septiembre, se propone que sea con el sistema de «paga lo que consideres».

Entre los objetivos del experimento, figuran comprobar las características del público teatral y los determinantes de la disponibilidad a pagar por teatro en la ciudad de Valencia, así como verificar el efecto de la lengua (el valenciano) en la disponibilidad a pagar.

También se pretende desactivar el papel del precio como barrera de entrada en una oferta de teatro y tratar de que su expresión por parte del asistente se convierta en un proceso deliberado de señalización del valor, según un comunicado de la Universitat.

Los resultados se incorporarán a diversos trabajos de investigación y tesis doctorales sobre el papel de la lengua en los usos culturales, la viabilidad y sostenibilidad de las empresas teatrales, y la disponibilidad a pagar en distinto ámbitos territoriales (China y España) o culturales, como los teatros y los museos.

El experimento lo desarrolla la Unidad de Investigación en Economía de la Cultura de la Universitat de València, coordinada por el profesor Pau Rausell, del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local, con la complicidad del Teatro Talía y en colaboración con Culturarts.

Esta iniciativa se enmarca en el debate sobre el «precio de la cultura» que se ha abierto en los últimos años, en los que, en situación de tensiones presupuestarias, el precio determina el umbral de viabilidad de la oferta pública, así como el alcance y el impacto de las barreras de acceso de determinados públicos.

Algunos agentes culturales consideran que la irrupción de las intervenciones públicas con ofertas por debajo de los precios de mercado han acostumbrado a los usuarios «a una baja disponibilidad a pagar, ya que han interiorizado que la cultura es o ha de ser gratuita o a precios muy bajos».

En este contexto, algunas experiencias recientes plantean que sea el consumidor el que pague lo que crea que es justo, como grupos de música que ofrecen descargar sus discos en Internet pagando lo que se considere oportuno, hasta pequeños restaurantes que ofrecen la posibilidad de decidir qué se quiere pagar una vez finalizado la comida.

Estas experiencias han tenido como resultado desde «éxitos rotundos» en que se recauda más dinero que por la vía convencional, «hasta fracasos igualmente rotundos», si bien un rasgo común a todas las experiencias es que una gran cantidad de consumidores paga alguna cantidad por el bien o servicio disfrutado cuando lo podría haber obtenido gratuitamente, concluye el comunicado. 

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